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El breve silencio impuesto a un joven y bullicioso barrio

La ciudad recobra poco a poco a su ritmo desafiando al miedo sembrado por el terror

Gabriela Cañas
Altar improvisado frente al café Le Carillon.
Altar improvisado frente al café Le Carillon.LIONEL BONAVENTURE (AFP)

Los terroristas que en París sembraron la muerte la noche del viernes habían elegido minuciosamente sus objetivos. Así lo aseguró el ISIS en el comunicado que reivindicaba los atentados. En enero, las dianas eran evidentes: una revista satírica irreverente y un supermercado de comida judía. La relación con el fundamentalismo de los radicales islamistas era nítida. ¿Qué tienen que ver la sala de fiestas Bataclan o el estadio de Francia con esta guerra?

El ISIS ha calificado de “cruzados” a los que se enfrentaban en el partido de fútbol (amistoso), y sobre Bataclan, que ahí se concentran “apóstatas” en un “concierto amoral y de desenfreno”. El ocio, la libertad, la alegría de vivir y ese savoir faire de la sociedad francesa en el punto de mira. La zona céntrica más castigada, entre los distritos 10 y 11, es hoy una zona de moda, construida sobre un viejo barrio deprimido y popular. Es el Chueca de París. Es la Barcelona cálida y festiva. Los fines de semana sus restaurantes y bares están repletos. Hay un bullicio joven y bohemio. Los vetustos comercios se mantienen casi intactos. Ahora son apreciados por su estilo vintage.

“Con solo disparar a lo largo del canal Saint-Martin hubieran producido una carnicería aún mayor”, comenta un policía que hace guardia frente a Le Carillon, en cuya terraza dejaron la vida 15 personas. El sábado, la acera estaba aún manchada de sangre. Ayer la ocultaban las velas y las flores que los ciudadanos depositan para recordar a las víctimas. Lo mismo ha ocurrido en Bataclan, en La Belle Équipe, en La Bonne Bière, en Le Petit Cambodge...

Los ataques terroristas, dicen los políticos, pretenden amenazar un modo de vida. La gran concentración de personas, además, les reporta la repercusión perseguida. Pero a las pocas horas de los ataques las terrazas de París estaban abiertas y casi repletas de nuevo. Ayer por la tarde, desafiando la prohibición de manifestarse, miles de personas se concentraban en torno a las zonas atacadas. No es tan fácil amedrentar a esta ciudad.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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