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Al llegar, lo primero que llama la atención es el sonido de cientos de pequeños morteros artesanales utilizados para desmenuzar el granito. Un tintineo constante e inmutable, que cubre todos los otros sonidos. Poco después llega el olor acre de la quema de neumáticos, que hace el aire casi irrespirable. Y el polvo. Un mundo aparte, hecho de piedras, trabajo duro y sudor. Esta es la mina de granito de Pissy, ubicada a pocos minutos del centro de Ouagadougou, capital de Burkina Faso.
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Los invisibles de piedra

Unos 3.000 empleados trabajan en esta mina cargando 50 kilos de granito durante 12 horas por menos de un euro al día

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