Lo que el ojo no ve en 'Regreso al futuro'
Con la trilogía, Zemeckis recordaba a los estadounidenses quiénes eran y de dónde venían y alertaba sobre quiénes podían ser
Ahora que llega el día en que celebramos la llegada de Marty McFly al futuro, a ese mítico 21 de Octubre de 2015, queremos preguntamos si hemos dejado de prestar atención a la trilogía para centrarla en los objetos, en ese mundo que la película ha proyectado hacia fuera lleno de latas de Pepsi Perfects, réplicas de aeropatines y muñecos Lego. ¿Hemos dejado de hablar de las imágenes que la componen, de sus efectos especiales, de la perfecta unión de las tres cintas y de su crítica feroz a la administración Reagan… ? Analizar las películas que han marcado nuestra infancia, las de toda una generación, tiene un punto desmitificador que, como en el caso que nos ocupa, no hace sino llenarlas de justicia. Sabemos que habrá gente que llenará las salas movidos por las nostalgia para ver la Regreso al Futuro pero, ¿es esta nostalgia un sentimiento presente en la propia saga? Hemos decidido revisionar las películas y poner la trilogía a examen.
REGRESO AL FUTURO (I): LA NORTEAMÉRICA ADOLESCENTE
Sí, es la primera parte, en la que Marty viaja a 1955, la que nos enseña que nuestros padres también fueron jóvenes e inseguros, que tenían sueños, que bebían dentro de los coches. La primera parte de Regreso al futuro es ante todo un desvelamiento. Marty descubre yendo al pasado quiénes son sus padres, porque su madre no siempre fue esa mujer entrada en carnes que bebe más de la cuenta, y su padre no fue el tipo pusilánime que no deja de mirar a la tele. Fueron jóvenes y tuvieron sueños, pero hubo un momento en el que se torcieron.Zemeckis, que mira atrás, no lo hace con nostalgia; desde luego no piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. La prueba es sin duda que la presencia de Marty estimula a sus padres y cuando vuelve a 1985 (el tiempo que él habita) es un presente totalmente distinto y significativamente mejor.
Nadie parece estar condicionado por las malas decisiones del pasado, viven en el tiempo presente y lo hacen bien. El título Regreso al futuro solo tiene sentido si el punto desde el que miramos a la trilogía es 1955, es decir, el pasado. Otorgarle a 1985 el título de futuro, cuando en realidad es su presente, confirma que Zemeckis piensa que nuestro ahora es siempre algo abierto, sujeto a cambiar. No se recrea en el pasado morbosamente, al contrario, lo llena de posibilidad. Esta parte es, en definitiva, el reflejo de un Estados Unidos adolescente, un Estados Unidos que podría serlo todo. Zemeckis, siempre más oscuro que los directores coetáneos, nos muestra una familia americana acomodada, gorda y alcohólica, adormecida y temerosa de lo que viene de fuera; pero Marty es un viajero interestelar que potenciará lo bueno hasta el punto de convertir a la familia acomodada en familia exitosa.
REGRESO AL FUTURO (II): NOTEAMÉRICA; ADULTA Y ENGREÍDA
Uno de los puntos fundamentales de la trilogía es que es un continuo, todo sucede en apenas tres días de 1985. Nada más volver del pasado, Marty se encuentra con Doc que le pide viajar al 21 de octubre de 2015. Si en la primera parte Marty era un viajero entre tiempos para “ayudar” a sus padres, en la segunda parte se ayudará a sí mismo teniendo que ayudar a su hijo. Porque las malas decisiones de su hijo son en realidad las malas decisiones de Marty: no sabe decir no a un desafío.
Que Michael J. Fox interprete a todos sus hijos caracterizados es una forma de hacerle contenedor y responsable de la seguridad y el bienestar del futuro de los suyos. Ayudando a su hijo a decir no a Biff, se ayuda a sí mismo. Regreso al futuro II contiene algunos elementos futuristas, sí, pero lo más importante es que es un escaparate de los propios 80, donde Reagan y el Ayatolá sirven los refrescos.
La segunda cinta contiene la parte más oscura de la saga, reflejo de ese Estados Unidos embebido de sí mismo, orgulloso y excesivo (en el que todo lo peor posible que Marty pudiera imaginar ha sucedido). En ese presente alternativo Biff es millonario gracias al mítico almanaque. Pero los presentes alternativos no solo afectan a la familia de Marty, toda la ciudad de Hill Valley parece sumida en la violencia y la delincuencia. Los escenarios son tétricos y la muerte hace acto de presencia varias veces. El 1985 de Marty se ha oscurecido y también la saga. Si en la parte primera Zemeckis nos hace creer que todo es posible y está al alcance de la mano, en la segunda recuerda que una mala decisión individual puede tener consecuencias desastrosas para todo nuestro entorno, familia, ciudad, ¿país incluso? Será de hecho la muerte de Doc en 1885 la que dé lugar a la tercera parte de la trilogía.
REGRESO AL FUTURO (III): LA INFANCIA AMERICANA
La trilogía se ha oscurecido tanto que Zemeckis nos lleva al origen del origen, a la infancia de Estados Unidos, pero también apela a la infancia de nuestros protagonistas. Tanta oscuridad, tanta muerte, tanta soledad (algo muy presente en la filmografía de Zemeckis y EN sus personajes) hacían necesaria una tercera parte que insuflarA esperanza. Estados Unidos vivía el final de una era oscura, la de los 80. Una era donde se miraba siempre hacia el cielo esperando lo peor. ¿Por qué no mirar al momento en el que los sueños se empezaron a gestar? La tercera parte es la más romántica, y pese a esto tampoco es nostálgica, no hay un tono en el film que ensalce la época como un todo.
En esta parte también el amor juega un papel fundamental. Doc, que es la lógica que ha caracterizado a la saga, se rinde a él, pasando por el alto el continuo espacio tiempo que tanto le preocupaba, para quedarse a vivir en la época que él siempre quiso habitar con la mujer que ama. No será el único que haya recibido una lección por parte de la vida; Marty, que en 1885 conoce a los primeros McFlys de Estados Unidos, se responsabilizará tanto de su futuro que será capaz de burlar el accidente de coche que iba a determinar su vida. Y es que las veamos por nostalgia o simeplemente 'porque toca', Regreso al futuro pasa el examen casi con sobresaliente. Zemeckis recordaba a los estadounidenses quiénes eran y de dónde venían y alertaba sobre quiénes podían ser.
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