Por esto a Morrissey se lo ha cargado la crítica literaria
‘List Of The Lost’ ya lleva unas semanas en las librerías inglesas y lo más bonito que han dicho de él es que es ‘una mierda sin pulir’
Ser fan de Morrissey es muy sufrido, como comentamos hace unos meses en estas mismas páginas. Servidor aún no ha superado del todo el trauma que sufrió ahora hace seis años cuando fue a Liverpool, una ciudad que le toca un pie y en la que tuvo que hacer ruta Beatles, grupo que no le puede dar más pereza, por compromisos matrimoniales. ¿La recompensa? Un concierto del ex Smiths. Acudí feliz al Echo Arena y tras empezar con This Charming Man, me engorilé mucho. Pero la felicidad duró un suspiro. En la segunda canción un energúmeno le tiró un vaso de cerveza a la cabeza, destrozándole su intocable tupé. El divo se despidió con un altivo “adiós”. Y, nada, la señora llorando, y yo con un cabreo de tres pares de cojones. Cuento esto porque después de unos años de cierta tranquilidad, en la que he aprendido a convivir con las mamarrachadas que suelta día sí, día también, los ataques de victimismo y dramaqueenismo, los amagos de retirada o la llamada de atención que fue esa revelación de que le habían extirpado unos tejidos cancerosos aunque él estaba perfecto, el fan de Moz podía estar tranquilo.
En 2014 sacó nuevo disco, correcto sin más, vino a Barcelona por primera vez y repitió unos meses después. Pero ahora el mancuniano se ha emperrado en amargarnos de nuevo. El pasado verano anunció la edición de su primera novela. Muchos se excitaron, pensando quizá que tendría mucho componente pop. Luego en las webs se la etiquetó como southern gothic y los primeros detalles argumentales hablaban de unos relevistas en Los Ángeles 84 con la sombra del dopaje y el outing sobrevolándoles. No pintaba mal. Pero cuando por fin supimos que en realidad estos atletas habían cabreado a una especie de demonio supimos que nos esperaba una locura insufrible. Y estábamos en lo cierto. A pesar de contar con apenas 118 páginas, leer List Of The Lost es una tortura sólo apta para los seguidores más fieles. Superar esta prueba es como sacarse el carné de pedigrí mozzer. La crítica literaria la ha destrozado con mucha razón. Veamos a qué se debe.
1. Una escritura infernal
“Ezra, Nails, Harry, Justy. Tendrías que excavar muy fuerte y hondo para desenterrar cuatro nombres tan inusuales. Con todo, ahí estaban y ahí estaban de pie, sonando exactamente a lo que eran. Te ofrecerían un cordial estrechón manos para lanzar la jabalina como expresión de posesión de comando de los cuatro chicos, cada uno totalmente desarrollado en el dichoso tormento del giro inesperado de su vigésimo año – una afablemente resuelta unión conyugal casi cerrada en su camaradería a los espectadores del incompetente gran mundo”.
Íbamos a traducir como buenamente pudiéramos el primer párrafo, pero es que resulta que la mayoría son de una extensión superior a una página y no es cuestión de que sufráis este mal trago. Lo que decíamos antes: si no eres fan de Morrissey es imposible que pases de estas primeras siete líneas. Nadie en su sano juicio pasaría por el insoportable trago de chuparse más de un centenar de páginas así, llenas de palabras inventadas, verborrea gratuita y pedante.
2. Errores gramaticales y tipográficos
“El ego de Morrissey sigue sin límites. Esa es, seguramente, la única razón de la publicación de 'List Of The Lost' en su forma. Parece que no haya sido editado, la maldición de un escritor cuya influencia comercial es más fuerte que la fuerza de voluntad de su editor. No son sólo los errores gramaticales y tipográficos – que hay muchos – sino las interminables digresiones, la incapacidad para llegar a ningún lado. Puede haber un cuento corto de 20 páginas por ahí (probablemente no lo haya, pero seamos generosos por un momento), pero a ningún editor se le ha dejado buscarlo”. Michael Hann, The Guardian.
Sorprende que un tipo tan perfeccionista como Morrissey caiga en errores tipográficos y gramaticales. Pero bueno, para eso están los editores y correctores de estilo… si les dejan trabajar, claro, que parece que no es el caso. La historia es tan disparada, la narración tan densa, los diálogos tan poco atractivos, que nadie en su sano juicio se leería la novela si no fuese porque está escrita por quien está escrita.
3. Los críticos le tenían ganas desde 'Autobiography'
“El aburrido narcisismo del libro puede dañar un poco el nombre de Morrissey, pero arruina el de la editorial. En la parte en la que su taciturna, vulnerable y afectada voz se desenrosca, particularmente a través de su juventud en Manchester, Morrissey sobrevivirá a su inmerecido encumbramiento. Dudo que la reputación de Penguin Classics lo haga”. Boyd Tonkin, The Independent.
Una autobiografía de Morrissey, una de las figuras clave y más polémicas de la música británica de los últimos 30 años, es golosa, claro que sí, pero no a cualquier precio. No es lo que pensaron las gentes de Penguin, que tuvieron que pasar por el aro y aceptar el capricho vanidoso de Moz de que se editase en la colección Penguin Classic, situándose así a la altura de nombres como Ovidio, Virgilio, Darwin, los hermanos Grimm, Joseph Conrad o Emily Brontë. Este extracto está sacado de una crítica de Autobiography, pero bien se podría aplicar a List Of The Lost, en la que una de las editoriales más potentes del mundo cede a los deseos del divo y deja que se publique la novela en el estilo de los Penguin Fiction de los 60. Poneos en la piel de los coleccionistas que tendrán esta basura en sus estanterías al lado de grandes clásicos. Eso sí, la portada es chula; ojalá hubiesen sacado un póster y nos hubiesen sacado los cuartos así.
4. Escenas sexuales bochornosas y misoginia
“Quizá es una coincidencia que los personajes femeninos secundarios sean esbozados despectivamente, pero Morrissey también reflexiona más explícitamente sobre el género femenino. […] Las mujeres mencionadas en este libro son casi universalmente ávaras y obsesionadas con el sexo. […] Si las mujeres del libro son casi todas repulsivas, los hombres son magnéticos y con carga sexual, con un Morrissey deleitándose en la electricidad de cualquier contacto físico entre atletas”. Nico Hines, The Daily Beast.
No estamos seguros si Morrissey es misógino o directamente misántropo. Como tampoco si eso que dice de que es asexual es una mera excusa para no salir del armario. Por todo ello extraña un poco cómo refleja a las mujeres o cómo se recrea con su habitual verborrea en las escenas de sexo, que hay varias y francamente bochornosas. ¿En qué quedamos? Desde luego, aquí queda retratado y esa portada homoerótica no está ahí por casualidad. Pero vayamos a lo divertido, esos vergonzosos eufemismos que utiliza para referirse a los pechos y el pene de los personajes (“glándulas mamarias” y “bulboso saludo”). De la noche a la mañana, Moz se ha convertido en el hazmerreír de la crítica literaria y, si con esta novela pretendía ganarse unas monedas con la literatura, más vale que se retracte de sus comentarios sobre su retirada en el Reino Unido de los escenarios y se ponga las pilas en buscar sello nuevo.
5. Un hito de la literatura basura
“¿Nos ha tomado el pelo Morrissey? La novela de debut del exlíder de The Smiths ha sido vapuleada por todo el mundo, pero es tan, tan mala, que es casi buena. Olvídate de Eurovisión, olvídate de Gran Hermano VIP, esta gran ficción basura es tan imposiblemente desagradable que se convertirá en un objeto de culto en semanas”. Samuel Fishwick, London Evening Standard.
Nos la ha colado y nos ha sacado 15 euros más, así que hay que mirarlo por el lado bueno. List Of The Lost es un objeto de coleccionista. Y decimos objeto porque llamarlo novela sería demasiado elogioso. Como ejercicio kitsch o guilty pleasure no tiene precio por todo lo que hemos dicho: escenas sexuales para echarse las manos a la cabeza, trato desagradable hacia las mujeres, líneas que parecen versos de canciones más que frases de un libro de ficción… en fin, una cura de humildad en toda regla para Morrissey y, sobre todo, un argumento más para que los haters le odien aún más. Con todo, ahí está en puestos altos de las listas de ventas británicas. Somos así de masoquistas.
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