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PORQUE LO DIGO YO
Columna
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Un pelín cabrón

La gente que dice: "me piro vampiro", "vaya toalla", "en fin Serafín", "como mola la gramola", "la caña de España"… ¿esa gente no merece morir?

Lo reconozco, lo soy. Un ejemplo: el otro día vi como un hombre mayor y gordete corría para coger el autobús y pensé: ojalá no lo consiga. ¿Por qué? ¿Qué ganaba yo con eso? El señor se pegó una buena carrera y finalmente le dio alcance, entonces, resollando preguntó, "¿Es el que va a plaza Castilla?". "¡No!", dijo el autobusero (como solo ellos saben decirlo); se había equivocado. ¡Carrerita en balde! Me reí entre dientes.

Más ejemplos de lo mío: me reencontré hace poco con un antiguo compañero de clase, el que siempre salía elegido delegado ni más ni menos. Entonces era bien parecido, hercúleo, magro y flexible; tenía un pelazo rubio increíble, abundante, tornasolado, que movía de derecha a izquierda, mientras lanzaba miradas de condescendencia, o eso nos parecía a todos. Bien, ahora está gordo y se ha quedado completamente calvo (solo le queda ya un rodapié de pelo). Me alegré interiormente, a pesar de que con esto tampoco sacaba yo beneficio alguno.

¿Por qué soy así? Este pensamiento me sume en un profundo abatimiento, pero luego me digo: hay gente peor. Hay gente que merece morir, directamente. La gente que dice: "Me piro vampiro", "vaya toalla", "en fin Serafín", "como mola la gramola", "la caña de España"… ¿esa gente no merece morir? La gente que dice: "¿No es feo es… LO SIGUIENTE?". ¿Esa gente no merece morir? O los que dicen: "Como dijo Jack el destripador… vamos por partes". ¡Ay, qué rabia! O Los que cuando les dices que te duele algo, ya les dolía antes a ellos y siempre más que a ti. ¿Esa gente no merece morir? O los peores de todos: los que no te esperan en el ascensor. Pensar en esta gente me alivia.

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