Krzysztof y Eduard
Puede que el Vaticano se equivoque en no querer entender a esta pareja cristiana como su mejor acto de promoción
Estoy en Los Ángeles para retransmitir la primera gala de los Latin American Music Awards. Por su alfombra roja han desfilado las estrellas del reggaeton. El discurso de muchos de ellos está plagado de frases por la tolerancia, la aceptación de la diversidad y gracias a Dios. Me he quedado con las ganas de preguntarles qué opinan sobre la salida del armario del prelado Krzysztof Charamsa, sacerdote de 43 años, funcionario en la Congregación Para la Doctrina de la Fe, que hizo pública su homosexualidad y presentó a su compañero sentimental en lo que el periódico ABC calificó de “concurridísima” conferencia de prensa en Roma.
La verdad estoy encantado con esa concurridísima rueda de prensa. Charamsa y Eduard han vuelto a hacer de la homofobia una noticia. Estábamos ya un pelín acomodados con el matrimonio igualitario y nos habíamos olvidado del vía crucis de muchos hombres y mujeres en sitios como el Vaticano o Hollywood, donde lo importante no es aceptar tu orientación sino desviarla todo lo posible.
Charamsa se manifestó casi rezando el célebre credo de Truman Capote. El escritor declaró a finales de los años setenta: “Soy homosexual, drogadicto, alcohólico y escritor”. Charamsa ha dicho: “Soy un sacerdote homosexual, feliz y orgulloso de mi identidad”. Bravo por él. Es atractivo, con buen perfil y una mandíbula que recuerda el Kirk Douglas de Espartaco. Me entusiasma cómo se apoya en Eduard que, también según ABC es de origen catalán, y lo que es peor para esa publicación, podría ser soberanista.
Krzysztof y Eduard han puesto más alta la vara de medir el glamour gay. Por un momento me recordaron a los directores de Sálvame, con ese punto de coqueteo con la manipulación y el poder. Luego los vi similares al embajador de Estados Unidos, James Costos, y su esposo, Michael S. Smith: profesionales, adinerados y bien dotados para las relaciones públicas. Charamsa es polaco mientras que Eduard es catalán pero ambos exhiben un saludable bronceado mediterráneo. Krzysztof lleva sotana bien cortada y ligeramente ajustada en el talle. Eduard viste una otoñal americana de cuadros, en fin, el retrato de una familia contemporánea. Es probable que el Vaticano se equivoque en no querer entender a esta pareja cristiana como su mejor acto de promoción en décadas.
Así como los embajadores americanos recibieron a Anna Wintour, la editora de Vogue América y suma sacerdotisa de la moda, deberían obsequiar a Charamsa con otra fiesta. Él es en sí mismo un lobby por la igualdad de derechos que quizás es a lo que se refiere el Papa cuando dice que “hay que abrirse al hombre contemporáneo”. En realidad, me encantaría que Charamsa fuera papa después de Francisco.
Otro hombre contemporáneo ha sabido sacarle punta a unas declaraciones. José María Aznar, recién salido de la peluquería de la FAES, reapareció para reclamar atención y mostrar su extraordinaria salud capilar. Aznar es el expresidente que más cuida su aspecto. Todos recordamos que posee unos abdominales comparables a los de Kyril de Bulgaria. El pelo sigue tan negro y frondoso como en 1996 y se acomoda en la silla como Catwoman. Resulta interesante ver como su discurso corporal y de estilo es tan distinto al verbal. Antes te importaba más el verbal. Es lo que tiene ser un expresidente: pasan los años y pasa el poder y lo que empieza a interesar de ti es el estilo. Aznar comentó varias cosas pero los ojos se te iban a la corbata color naranja con la que acompañó un traje marrón oscuro. Esa corbata naranja fue muy acertada. Porque el naranja fue siempre el color de la suerte de Frank Sinatra pero es también el color corporativo de Ciudadanos. ¡Qué guiño coqueto del expresidente! Orange is the New Black, no hay que olvidarlo. Y Para José María, Albert Rivera podría ser su nuevo Mariano. Si yo fuera Albert le copiaría ese atuendo al expresidente para la campaña. Marrón y naranja, siempre tan otoñales, tan castellanos, tan Delibes, harían maravillas al combinarse con los malvas y azules del mediterráneo.
En el Pacífico, y sobre todo en Hollywood Boulevard, nada de esto importa. Aquí todo es brillo, silicona y reggaeton, un género musical surgido entre Jamaica y Dominicana, en el Caribe fecundado por ingleses y españoles. En los premios Latin Music Awards el ritmo ha inseminado también la alfombra roja generando un estilo que va de sacerdotisas escapadas de Juegos del hambre a caballeros vestidos como narcos en su día de matrimonio. Y un matrimonio siempre es motivo de alegría, como por ejemplo el de Cristina Pedroche y David Muñoz. Ellos también son muy contemporáneos pero su boda no va ser concurridísima ya que será solo con los padres de ambos. Ojalá Charamsa pudiera bendecirla con su presencia.
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