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"Tenemos un ego tan grande como la deuda griega"

Franz Ferdinand se une a los setenteros Sparks para formar el supergrupo 'indie' del año. La egolatría y el talento son sus combustibles

Xavi Sancho
A la izquierda, Alex Kapranos, vocalista de Franz Ferdinand. A la derecha, Ron Mael, teclista de Sparks. Ambos forman parte de FFS, ese grupo que vino del pasado para inventar el futuro.
A la izquierda, Alex Kapranos, vocalista de Franz Ferdinand. A la derecha, Ron Mael, teclista de Sparks. Ambos forman parte de FFS, ese grupo que vino del pasado para inventar el futuro.Luisa Dorr

“Oh Dios mío! ¡Joder! ¡Ha vuelto Hitler! ¡Y está en la tele!”. Cuenta la leyenda que esto es lo primero que exclamó John Lennon cuando en 1974 vio el debut televisivo de Sparks en la BBC. Los dos hermanos californianos, Ron y Russell Mael, habían llegado a Reino Unido para promocionar su single This town ain’t big enough for both of us. El pelo engominado y el bigote de Ron aterrorizaron al autor de Give peace a chance. Han pasado más de 40 años y Ron (69) luce el mismo peinado, el mismo bigote y se podría sospechar que también el mismo traje. Russell (66) sí parece haber cambiado un poco, aunque él no parece estar muy seguro de que esto haya sido, al menos físicamente, para mejor. “Me sacas favorecido, no interesante, por favor”, le reclama a la fotógrafa detrás de sus enormes gafas de pasta. Ambos se hallan en una enorme sala del Hotel AC Barcelona Forum junto a Alex Kapranos (43), líder de Franz Ferdinand, banda con la que se han unido para formar FFS (Franz Ferdinand Sparks), un proyecto musical que promete racionalizar la larga historia de las bandas que se practican felaciones mutuas en sentidos homenajes, versiones de los clásicos del otro o proyectos en forma de supergrupo cuya principal virtud es lograr enormes y bombásticos titulares.

Cualquier músico que te diga que toca por placer, no para que le escuchen, miente. Todos tenemos enormes egos. Y con esto te confirmo que este proyecto también tiene un punto ególatra” Alex Kapranos

“Ya sabes, aquella mierda de ‘el mejor guitarrista del mundo se une al mejor vocalista’ y demás memeces”, interviene Kapranos ya enfundado en el traje con el que será retratado y que parece otorgarle superpoderes. Hace cinco minutos era un tipo calmado y hasta medio gris. Ahora es una fuerza de la naturaleza. “No te digo que yo no tenga ego, pues tengo un ego tan grande como la deuda griega. Cualquier músico que te diga que toca por placer, no para que le escuchen, miente. Todos tenemos enormes egos. Y con esto te confirmo que este proyecto también tiene un punto ególatra, pero una de las claves de que haya salido tan bien ha sido el esfuerzo por mantener esas tendencias amaestradas”.

Los dientes de Huey Lewis — El encuentro entre ambos grupos –uno, referente del pop más desquiciado y encantador de los años setenta (Sparks), y otro, del revival pospunk bien vestido y aseado de la pasada década (Franz Ferdinand)– se remonta casi diez años. Kapranos se había roto un diente en Uruguay. El dolor era insoportable. Su tour manager le dijo que viajara a San Francisco y visitara al dentista de Huey Lewis (“pensé: Huey Lewis siempre ha tenido una dentadura magnífica, ese tipo debe ser bueno”, recuerda Alex). Eso hizo. Mientras caminaba por la calle se topó con Ron, y en vez de asustarse como Lennon, convencido de que Polonia estaba a punto de ser invadida de nuevo, se abrazaron, hablaron del dentista –también se encargaba de los piños de Ron– y se intercambiaron los contactos.

En un primer instante pensaron en colaborar a la vieja usanza, o sea, versionando Sparks un tema de Franz Ferdinand, y viceversa. Pero pronto sucumbieron a su idiosincrasia, que siempre ha sido aquella que nace de pillar algo aparentemente inofensivo como el pop y tratar de convertirlo en algo curioso e interesante, siempre sin abandonar su naturaleza popular, o sea, permitiendo que el oyente baile, se enamore y se desenamore con las canciones. Grabaron Piss off. Quedaron satisfechos. Jamás volvieron a grabar nada más. Hasta el año pasado, cuando decidieron retomar la idea de hacer algo juntos.

De izquierda a derecha, humanos antes conocidos como Ron y Russell Mael, de Sparks, y Alex Kapranos, de Franz Ferdinand. Ahora son la mitad del supergrupo FFS.
De izquierda a derecha, humanos antes conocidos como Ron y Russell Mael, de Sparks, y Alex Kapranos, de Franz Ferdinand. Ahora son la mitad del supergrupo FFS.Luisa Dorr

Eso sí, en vez de sentarse en una habitación a improvisar y decirse los unos a los otros lo buenos que eran, empezaron a mandarse ideas para canciones por correo electrónico. Unos, en California; los otros, desde Escocia. “No dijimos ‘vamos a grabar a 8.000 kilómetros de distancia’, que es buen titular. Es lo que hay. Vivimos muy lejos. Esta metodología me parece una forma muy positiva de trabajar. Puedes tener algo sin pensar que alguien te está observando. Eso ayuda a que el resultado sea más interesante que si nos hubiésemos sentado en una sala a tocar juntos”, explica Russell. Kapranos asiente y va un poco más allá: “Si respetas mucho a las personas con las que trabajas, tenerlas ahí delante te pone nervioso. Te arriesgas más si te dejan solo. Es la versión positiva de lo que pasa en foros de Internet, donde la gente dice cosas más extremas de las que osarían decir en la vida real. En la música pasa lo mismo: tienes ideas más radicales si te dejan espacio”.

Hoy he visto el futuro y se llama FFS — El resultado de toda esta filosofía vital es un disco magnífico (de título FFS), un álbum en el que se puede escuchar a ambas bandas, sí, pero, sobre todo, se percibe un grupo nuevo, un ente especial y único, nada complaciente. Tanto Sparks como Franz Ferdinand insisten en que esto no es un proyecto aislado. Durante los próximos años, se van a afanar en que se les conozca sólo por FFS, un grupo destinado a hacer que muchos se replanteen qué demonios se está haciendo con el pop. “Me desespero con la actitud que la gente tiene hacia el pop, aunque creo que siempre ha sido así, siempre ha habido quien simplemente ha cogido la fórmula y la ha replicado”, explica Kapranos. “Todo es muy predecible. Parece que las bandas temen escribir una melodía. Aunque, la verdad, igual lo que sucede es que son incapaces de escribir una melodía. No se sabe. Lo que sí sé es que resulta fácil hacer mala música experimental y muy complicado hacerla buena. En cambio, es muy complicado hacer mal pop con una buena melodía”.

Aunque la receta de FFS parecía infalible, ambos combos sí albergaban ciertas dudas cuando decidieron embarcarse en el proyecto. La principal: cómo reaccionarían los fans de cada entidad. “Sabemos que contamos con gente a la que le gustamos mucho y que compartimos seguidores, pero nunca sabes cómo se van a tomar estas cosas”, interviene Ron. Kapranos le quita hierro al asunto: “Eso fue así hasta que nos dimos cuenta de que, normalmente, tus fans se parecen bastante a lo que eres tú, o sea, que es muy probable que tengan la mente abierta… Y que sean guapos, limpios, inteligentes…”. La mesa estalla en carcajadas, hasta que Russell decide ponerse serio y dar una declaración perfecta para concluir una entrevista: “Hace unas semanas leí un comentario en una revista. El tío decía que esto nuestro era el futuro de las bandas. El tipo imaginaba qué grupos podrían hacer lo mismo que hemos hecho nosotros. Tengo curiosidad por ver quién se atreve y cómo le sale”.

 

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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