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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Segunda oportunidad

Los ciudadanos griegos vuelven a dar su confianza a Alexis Tsipras en unas elecciones desencantadas

Alexis Tsipras, vota en las elecciones parlamentarias celebradas en Grecia.
Alexis Tsipras, vota en las elecciones parlamentarias celebradas en Grecia. ORESTIS PANAGIOTOU (EFE)

Los ciudadanos griegos han otorgado una segunda oportunidad a Alexis Tsipras, líder de la izquierda radical encarnada en la coalición Syriza, según indicaban los primeros recuentos. Lo han hecho en unas elecciones desencantadas, con una muy baja participación, y han reelegido a Tsipras con un voto de castigo bastante reducido, lo que desautoriza a los disidentes de su formación. Esta segunda convocatoria electoral del año ha sido más normal que agónica, más aburrida que apasionante, más decepcionada que animosa, como señalan tanto el tono gris de la campaña como la fragmentación del nuevo Parlamento.

Todo ello es lógico, puesto que no había verdadera discusión sobre el contenido de la política a desarrollar en el inmediato futuro. Este viene predeterminado por la firma con la eurozona del tercer memorando de rescate, económicamente exigente y políticamente muy severo, al detallar hasta el infinito el calendario de reformas a realizar. Y salvo los polos comunista y nazi del arco parlamentario, nadie lo ponía en duda: todas las formaciones apoyaron su rúbrica. A tenor de la campaña electoral, no se trata ahora de inventar una política económica de nueva planta, con el riesgo de pérdida de tiempo, energía y posiciones alcanzadas en la senda de la recuperación, como sucedió en el primer semestre. La izquierda radical ha sido votada esta vez no para dar un vuelco a Europa, sino a sí misma.

Así que la elección versaba más bien sobre quién debía ejecutar el rescate. Tiene lógica que el encargado de hacerlo sea quien lo negoció. Y probablemente es una opción certera: en el Gobierno, esta Syriza desprendida de sus elementos menos realistas quizá contribuya a la necesaria estabilidad política más que desde la oposición; mejor remando a favor que obstaculizando. Pues de la aportación a la gobernabilidad de los partidos convencionales nadie parece dudar. Pero esta segunda oportunidad para Tsipras es también para aprovechar la última oportunidad que ofrece Europa asumiendo el esfuerzo del tercer rescate.

 

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