Trabajarse a los fans
A la presidenta de mi club de fans le dejé con la palabra en la boca a la salida del teatro. Llevaba esperándome más de media hora y no me digné a hacerme ni una sola foto
¡Guerra abierta entre Taylor Swift y Avril Lavigne: la reina del country pop —que por cierto tiene aseguradas sus piernas en 40 millones de dólares, yo las tengo en 200 euros pero es que tengo una más larga que otra—, dio un me gusta a una publicación donde se resaltaba la manera de tratar (se supone que no muy bien) a los fans de cantantes como Kanye West, Britney Spears, Katy Perry y la propia Avril Lavigne. La noticia es de hace casi un mes, y a día de hoy, ya han hecho las paces, o sea que una cosa menos de la que preocuparnos. Aquí termina la introducción chichinabesca, ahora la reflexión de calado: ¿Cómo me he comportado yo con mis seguidores hasta la fecha?
Un ejemplo que lo ilustra es el trato dispensado a la presidenta de mi club de fans, a la que dejé con la palabra en la boca a la salida del teatro. Llevaba esperándome más de media hora y no me digné a hacerme ni una sola foto. ¡Joder qué mal!
Por eso la semana pasada me puse en contacto con ella por Twitter, le pedí disculpas por mi actitud y le sugerí un encuentro. Como tardaba en contestar insistí con más mensajes lisonjeros. Me respondió que agradecía el gesto pero que había perdido todo interés por mí. Conseguí su teléfono personal y la llamé para intentar aclarar las cosas, volver a pedirle perdón y de alguna manera compensar el daño hecho por mi desdén y mis malos modos. Las primeras veces cogió el teléfono, pero llegó un momento, a partir de la vigésimo cuarta llamada, donde toda comunicación fue imposible. Ahora estoy tratando de averiguar dónde vive.
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