¿Un maratón de 52 kilómetros?
El nuevo Mitsubishi Outlander PHEV comparte con el ‘running’ su pasión por los espacios abiertos y su compromiso con una vida más sana y verde
Enfundarse unas zapatillas (más o menos vistosas) y darle a las piernas por los parques de cualquier ciudad conlleva un saludable gasto de energía. El secreto consiste en dosificarla para que el cuerpo no decaiga y aguantar kilómetros sin que los pulmones desfallezcan. El nuevo SUV híbrido enchufable de Mitsubishi se carga en cualquier enchufe, pero también genera energía de manera autónoma, integrando sus dos motores eléctricos y el motor de gasolina como si de un solo cuerpo se tratase. El Outlander PHEV prioriza el funcionamiento eléctrico puro, con lo que se reduce el consumo (y las emisiones de CO2). La batería de iones de litio refrigerada por aire de 12kWh permite una autonomía eléctrica de 52 kilómetros, diez más que correr un maratón, el objetivo supremo de todo runner, pero un poco más deprisa: hasta 120 km/h. El Outlander PHEV es tan versátil como cualquier corredor que se precie: cuestas empinadas, terrenos abruptos o llanos asfaltados. En carretera, puede funcionar en modo eléctrico puro, híbrido en serie o híbrido en paralelo. Sus 203 CV mueven las cuatro ruedas siempre en tracción permanente. Al Mitsubishi Outlander PHEV no le falta detalle de equipamiento, ¿o se imagina a un buen runner sin su música, sus cascos y su ropa y zapatillas tecnológicas?
Tres rutas para recargarse de energía, como hace el Mitsubishi Outlander PHEV:
Playa de la Malvarrosa, Valencia.
El recorrido tiene unos cuatro kilómetros y cada vez es más popular entre los runners abandonar el asfalto del paseo marítimo y correr descalzos por la arena.
Frente marítimo, Barcelona.
La ruta puede arrancar en el Hotel W y alargarse hasta el Fòrum. El circuito tiene 12 kilómetros y recorre todas las playas de la ciudad. Está perfectamente señalizado y delimitado en un carril que se comparte con bicis y turistas despistados.
Parque del Retiro, Madrid.
Existe un circuito corto –el del estanque–, que tiene tres kilómetos, y el largo –el perimetral– que casi alcanza los cinco. Ideal para preparar carerras largas.
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