_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Portavoz efímero

Carmona se ha desocupado del mensaje para creerse que estaba haciendo política

Jorge M. Reverte

Confieso que nunca leo Twitter, pero ayer algo me obligó a mirar la página después de leer la noticia de que Antonio Miguel Carmona había sido cesado como portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid. A eso contribuyó que quería seguir sabiendo más sobre otro cese, que es el de José Ignacio Wert.

Nada que ver un procedimiento con el otro. El de Wert, seguramente porque la cosa es más amable, ha sido un proceso educado y afable. Como ha definido Javier Reverte (aunque sea mi hermano, hay que citar la fuente), Wert había hecho de su trabajo algo tan positivo como convertir la cultura en entretenimiento, mientras que Carmona se ha desocupado del mensaje para creerse que estaba haciendo política. Y resulta que sí, pero que era una política equivocada: él se creía que aparecía ahí con todas las bendiciones de su partido para decir lo que pensaba. Y no es así. Estaba allí para decir en cada momento lo que la dirección del Partido Socialista de Madrid quería que dijera. ¿Y cómo iba a saber él lo que tenía que decir? Pues siendo más humilde: preguntando más a menudo, para encontrar el punto justo entre ser pesado y ser independiente.

El asunto es que los nuevos dueños del quiosco (Sara Hernández, una prometedora lideresa también independiente) han pensado, o bien que no es de fiar Carmona porque se le veía muy simpático cuando Tomás Gómez se resistía a irse, o bien que pregunta demasiado poco sobre lo que tiene que pensar.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En resumidas cuentas, quien paga el pato realmente es la alcaldesa Manuela Carmena. Que no gana para portavoces, ni ajenos ni ajenos (propios no tiene). Unos por bocazas y no saber nada sobre política concentracionaria, y otros por creerse que saben demasiado.

A Carmena le va a salir una fracción de su Ayuntamiento que le diga que saque el puesto a concurso. Y que se vote lo haya que decir cada vez para que una mayoría lo asuma.

Por ejemplo, como madrileño yo necesito saber qué piensa mi Ayuntamiento sobre si hay que matar o no a Jericó. Tampoco tengo muy claro qué habría que hacer con el asesino de Cecil.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_