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Tribuna
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¿Podría dar vacaciones ilimitadas a mi equipo?

Esta política se puede aplicar en las empresas que alcanzan los objetivos pactados sin necesidad de controlar los tiempos

Los días previos a las vacaciones se merecen unas vacaciones. Por eso, la noticia de que General Electric ha concedido a sus empleados vacaciones ilimitadas ha sorprendido a más de uno. ¿Podría usted conceder este privilegio a su equipo?

En primer lugar, conviene avisar de que este “tratamiento” tiene sus contraindicaciones: esa política no está recomendada para todas las organizaciones, ni para todos los jefes. Solo funcionará en la empresa, el equipo, el jefe, que haya desarrollado un alto grado de madurez y liderazgo empresarial.

La política de vacaciones ilimitadas solo se puede aplicar en aquellas organizaciones que han alcanzado el rendimiento óptimo. Es decir, en las que han conseguido que sus equipos desarrollen sus proyectos con autonomía. Empresas que cuenten con equipos responsables que alcancen los objetivos pactados, sin necesidad de controlar el tiempo en el que permanecen sentados frente a su ordenador.

Los más incrédulos se preguntarán: ¿cómo lo hacen? El modelo funciona en equipos que entienden al trabajador como un profesional capaz de aceptar la responsabilidad de sus compromisos. La permisividad como filosofía se fundamenta en la corresponsabilidad empleado-empresa. La empresa reconoce el trabajo y el descanso como realidades complementarias: una realidad que mejora la eficacia en el desempeño y la fidelización del talento.

De hecho, el objetivo de la política de General Electric es claro. Pretende precisamente atraer a este tipo de trabajadores: personas jóvenes y creativas.

Sabemos que no podemos ofrecer a nuestros trabajadores un trabajo para toda la vida. Lo sabemos y ellos también lo saben. Estamos frente a una nueva generación de profesionales que están obligados a construir su propia marca personal, personas que van a tejer su currículo con proyectos interesantes, de los que sentirse orgullosos, proyectos que deben llevar al máximo su potencial. No se trata, por lo tanto, de fichar y cumplir. Su futuro depende de éxito de cada proyecto, un proyecto que debe cumplir sus expectativas y elevar el nivel de su capacidad.

Se trata de atraer a profesionales jóvenes y creativos

La pregunta es sencilla. ¿Está su organización preparada para asumir este nivel de autonomía? Porque podríamos decir que la dirección por proyectos es algo así como “la digitalización” del liderazgo. Una tendencia que avanza lenta y contundentemente. De hecho, antes que en General Electric, la política de vacaciones ilimitadas se estaba aplicando en Netflix y en Virgin. Y si no está convencido, le recomiendo que hable con algún miembro de la denominada generación millenials.

El futuro requiere estas nuevas políticas y, sobre todo, un cambio en los estilos de dirección basado en los valores. Los jefes del futuro juzgaran el rendimiento de modo prudencial y aplicaran la política en cada caso. Se convierte en norma lo que antes era excepción. Pero, como todo jefe sabe, no existe el cielo en la tierra; una política permisiva puede producir agravios comparativos (reales o percibidos) según sea el estilo de cada jefe y, por tanto, diferencias en la fijación de objetivos (impuestos frente a consensuados; laxos frente a exigentes...) y el modo en que se aplica la nueva política.

Para superar este riesgo, hay que formar a los mandos intermedios y consensuar como y cuando. Será muy útil una puesta en común de los distintos casos, compartiendo las mejores prácticas y dando a conocer distintos modos de aplicar las nuevas reglas del juego.

Nuria Chinchilla es profesora del IESE. Universidad de Navarra.

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