Queremos más calles y plazas como la de Pedro Zerolo
Hay muchos lugares públicos en Madrid que podrían cambiar de nombre. Proponemos unos cuantos
La decisión de cambiar el nombre de la Plaza Vázquez de Mella por el de Pedro Zerolo, además de ser una gran idea, nos ha animado a pensar en este asunto. Juan Vázquez de Mella fue un político carlista del siglo XIX que terminó fundando su propio “Partido Católico Tradicionalista”; mientras que Zerolo, además de ser un político de talante más abierto, ha sido uno de los más reconocidos activistas del colectivo LGBT. El cambio parece que sería para bien.
Se aprueba el cambio de nombre de la actual Plaza de Vázquez de
— Ayuntamiento Madrid (@MADRID) July 22, 2015
Mella, en el Distrito Centro de Madrid, por el de Plaza de Pedro
Zerolo.
Queremos ir un poco más allá y ofrecer nombres que visibilicen nuestros intereses, o al menos otras realidades que sustituyan nombres de militares golpistas, criminales de guerra, responsables de crímenes contra la humanidad, genocidas o simplemente conceptos caducos o sin interés.
La plaza del Caudillo (en la zona de Fuencarral-El Pardo) podría sustituirse por la plaza de Willis Haviland Carrier. El nombre no les sonará a ustedes, pero a este señor le debemos mucho más que al dictador Francisco Franco. Se le considera el inventor del aire acondicionado.
La calle del Doctor Vallejo Nájera, cerca del metro Pueblo Nuevo, rinde tributo al abuelo de Colate y su hermana Samantha del programa Master Chef. Sus estudios incluían la defensa de que la genética marxista constituía una raza atrasada y la inferioridad de las mujeres. Llegó a escribir: “A la mujer se le atrofia la inteligencia como las alas a las mariposas de la isla de Kerguelen, ya que su misión en el mundo no es la de luchar en la vida, sino acunar la descendencia de quien tiene que luchar por ella”. A esta populachera calle le otorgaríamos el nombre de María Cambrils, una injustamente olvidada escritora que, sí, era marxista y feminista.
La avenida del General Fanjul, sanguinario militar sublevado contra la Segunda República, pasaría a llamarse avenida Juego de Tronos, que es más lúdico y, sobre todo, remite a la ficción, algo que se echa en falta en el callejero de nuestras ciudades. De hecho, las calles aledañas, que llevan nombres de generales franquistas (General Romero Basart, General Millan Astray, General Saliquet, General García-Escámez...) deberían pasar a denominarse Casa Targaryen, Casa Baratheon, Casa Lannister, Casa Tully y Casa Stark. Mucho mejor así, ¿verdad?
La División Azul era un grupo de unos 45.000 soldados voluntarios españoles que apoyaron al ejército nazi contra Rusia en la Segunda Guerra Mundial. Y, también, Caídos de la División Azul es el nombre de una calle del norte de Madrid, que preferiríamos que se llamara Los medallistas paralímpicos, como recuerdo y homenaje al arrojo y valentía de los que luchan por eliminar barreras (sobre todo mentales) desde un punto de partida mucho más difícil.
Para la calle de Calvo Sotelo, un ultraderechista consumado, propondríamos el nombre de algo diametralmente diferente, algo que evoque la participación, la espontaneidad y la voz del pueblo. Por ejemplo, calle Movimiento ciudadano 15M.
Los mensajes que envían nuestras calles con sus nombres no son del todo justos o agradables: nos dicen que la guerra y quién se impone por la fuerza rige el devenir de las ciudades. Que las mujeres son una minoría pasiva, que solo conviene ensalzar cuando son santas o vírgenes. Que existe una jerarquía de éxito que no premia el esfuerzo, sino los títulos de condes, reyes o duquesas.
No, amigos. Otras calles son posibles, y las cosas siempre pueden cambiar a mejor.
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