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Tentaciones
lo que hay que ver

¿Eres tía? No puedes cazar fantasmas

Sabemos que las grandes películas de entretenimiento tienen miles de fans irredentos. El problema es que muchos de ellos, en su obstinación, acaban teniendo reacciones machistas y racistas

Las nuevas Cazafantasmas
Las nuevas Cazafantasmas
“Nadie pagará una entrada para ver a unos viejos gordos persiguiendo fantasmas” Bill Murray

El fenómeno fan, y muy especialmente el acotado en los términos del cine de entretenimiento, siempre ha acogido en su seno actitudes de lo más pazguatas. Ya en los años setenta, durante la presentación de la película Superman en una convención de cómics, faltó poco para que, al ver a su personaje favorito cambiarse de traje en la cornisa de un edificio, el público arrancase las butacas de cuajo. Internet, como no podía ser de otra manera, amplificaría actitudes de este tipo convirtiendo en trending tropic el lloriqueo irracional de los fans más integristas: si se anuncia a Ben Affleck como Batman, ellos dejan de respirar; si Spider-Man lanza telarañas orgánicas en lugar de usar el clásico lanzaredes, ellos necesitan orfidal para dormir; si los X-Wing aparecen volando en atmósferas terrestres en el trailer de Star Wars: Episodio VII, ellos escriben el nombre de J.J. Abrams en una bala. Estas conductas pueden parecer, dependiendo del ojo con el que se miren, incluso entrañables, pero el rechazo es unívoco cuando se vuelven reaccionarias: entre los comentarios que se quejaban del uso que se hacía de los X-Wing en el trailer de la saga galáctica, también encontrábamos algunos otros que reaccionaban con lamentos a la inclusión de un Stormtrooper negro en el mismo.

El racismo no es la única lacra que muestran algunos geeks, puesto que el sexismo, otro de los males endémicos de ciertas parcelas de aficionados, también ha aflorado recientemente con la aparición de las primeras imágenes promocionales de la que será la tercera parte de la saga Los Cazafantasmas: si la desconfianza en un proyecto que no iba a contar con los actores originales de las dos primeras películas no era poca, la imagen de Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones ataviadas con monos grises y posando al lado de un coche con el icónico logo fue suficiente para generar más ciber-bilis de la que era previsible. El machismo -desde el expresado en cuentas particulares de Twitter hasta el que, arropado bajo logos, llamaba al boicot del film- estaba completamente desatado, topándose, eso sí, con la réplica furibunda de los que defendían al nuevo casting.

El derroche de testosterona no sólo era vergonzante por poner en evidencia que, pese al abrumador éxito de otro remake feminista de un clásico de los ochenta como Mad Max: Fury Road, aún queda mucho trabajo que hacer para vallar la zona de confort falocéntrica en la que se han instalado buena parte de los espectadores de blockbusters, sino por descubrir que la ignorancia de los airados era tan palmaria que 'los penes no dejaban ver el bosque'. Y es que las nuevas cazadoras de fantasmas no son ni las mejores ni las peores para tomar el relevo del cuarteto original: son las únicas posibles.

La posibilidad de que el reparto de 1984 volviera para protagonizar la tercera entrega era inviable por cuestiones de predisposición (Bill Murray cerrado en banda), precedentes nefastos (Dan Aykroyd y su Blues Brothers 2000 ), y dolorosas bajas (Harold Ramis nos dejó el año pasado). Para volver a arrancar el Ecto-1 era necesario un proceso de reflexión que pasaba por volver a las raíces: si la película original se nutría de las filas del Saturday Night Live de la época, el reboot tenía por fuerza que buscar a sus intérpretes entre las nuevas caras del mítico y longevo programa de sketches. La opción del trío formado por Schaffer, Taccone y Samberg era seductora, si no fuera porque han demostrado que, aunque su fuerza es admirable en películas como Hot Rod, pierden fuelle cuando no practican comedia astracanada. Pero, ¿sus compañeras del Saturday NIght Live; McKinnon, Jones y Wiig?

Quizás sean tres de los nombres más potentes y versátiles que ha presentado el show humorístico en los últimos diez años. Melissa McCarthy, por su parte, funciona además como necesaria bisagra -hecha a imagen y semejanza a la que desempeñó Jason Segel en Los Muppets, otro pilar de la comedia que parecía tocado de muerte- con el nuevo humor de la factoría del director Judd Apatow. Que Paul Feig de Freaks&Geeks y La boda de mi mejor amiga sea el que ocupe la silla de director es, simplemente, el lazo de este regalo. Tenías razón, Bill.

Si aún no sabes a quién vas a llamar, quizás el fantasma seas tú.

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