Barcelona 080: entre el polígono y la sastrería
La firma CarlotaOms se llevó el premio al diseño emergente en unas jornadas marcadas por las referencias contraculturales y la solidez comercial.
La moda siempre ha estado vinculada a espacios determinados. Por ello, si queremos buscar el origen de muchas de las colecciones que han presentado jóvenes diseñadores en los últimos meses, no tenemos que irnos a los salones, ni a las fiestas de alfombra roja, ni siquiera a los clubes de caballeros que durante años han dominado campañas publicitarias y editoriales de moda; si quiere estar en sintonía con los nuevos tiempos, sepa que la inspiración está en los barrios, en los suburbios o en los polígonos.
La diseñadora Krizia Robustella lo sabe a la perfección: a mediados de la década pasada, cuando el diseño emergente español se nutría del minimalismo y aires conceptuales centroeuropeos, Robustella ya subía a la pasarela chándales, prendas elásticas, cadenas, logotipos y zapatillas deportivas. La consigna escrita en las prendas que presentó en 080 Barcelona Fashion el pasado miércoles, First Class Bitch, remitía al legendario “La moda es un mundo de perras” con que puso patas arriba la pasarela madrileña hace ya siete años. En este tiempo, su mensaje se ha sofisticado y su marca se ha consolidado, pero la rebeldía es la misma. La única diferencia es que ahora son muchos más los que le rinden pleitesía.
Esa misma tarde, la marca barcelonesa Brain & Beast incluía referencias al hip hop en un desfile donde los hombres llevaban faldas patchwork en distintos tipos de denim, pantalones de chándal estampados y camisetas que se alargaban hasta convertirse en túnicas. Con las caras pintadas de blanco como mimos callejeros o arlequines postmodernos (aquí los brochazos de las prendas estaban hechos con estampación digital), los modelos también ostentaban un eslogan: “Don’t hate what you don’t understand”, todo un canto a la individualidad y a la diferencia que suena auténtico en boca de un colectivo de diseño que lleva años firmando algunas de las propuestas más irreverentes y estimulantes de la pasarela catalana.
Como veteranos que son, ni Robustella ni Brain & Beast optaban al premio al diseño emergente que concede 080 Barcelona Fashion. Quien sí optaba, y acabó llevándoselo a casa, fue el dúo de diseñadoras CarlotaOms, que el jueves por la tarde retomó las inquietudes urbanas de sus mayores con un aire más depurado. Los hombres que subieron a la pasarela no juegan al baloncesto en canchas de barrio, pero llevan al hombro bicicletas de diseño. Sin embargo, que nadie se asuste: las bicicletas, en este caso, no eran un indicio de hipsterización.
CarlotaOms se ha inspirado en el ciclismo, pero en su vertiente más deportiva: tejidos técnicos en sólo dos colores (negro y amarillo limón) para una colección que, a fuerza de contención, genera prendas que quedan bien en la pasarela y que encajarían perfectamente en los percheros de una marca deportiva de altura con inquietudes de diseño.
Todos los desfiles masculinos o mixtos incluyeron en mayor o menor medida elementos deportivos, pero no siempre de forma tan inmediata como Robustella o Brain & Beast. Georgina Vendrell firmó una colección limpia e impecable, con pantalones técnicos, camisas largas y tejidos ligeros en unos pocos colores claros compensados por el negro y un intenso rojo coral. A sus 31 años, la barcelonesa sabe lo que hace y firmó una colección comercial en el buen sentido de la palabra, que es el que importa.
Algo más anclado en la sastrería, Miquel Suay presentó trajes, camisas y prendas de punto con tejidos contrastados. Edgar Carrascal, cuyo fuerte son las camisas, las presentó en distintos materiales con detalles llamativos, optando por un lenguaje más sutil. Custo Barcelona, una de las firmas más veteranas y respetadas de las que participan en 080 Barcelona Fashion, puso sobre la mesa sus mejores armas: estampados geométricos de colores brillantes en camisas y trajes despojados de adornos innecesarios. Sus formas rehúyen la complicación y ceden todo el protagonismo a los motivos gráficos, apostando por una máxima de la moda: si un patrón ha funcionado durante décadas, por algo será.
Algo similar sucede con la marca barcelonesa Torras, que presentó una colección de clásicos con toques de color, o con Punto Blanco y BCN Brand: ambas firmas están especializadas en trajes de baño, ropa interior y calcetines, y sus desfiles ampliaron su universo visual con otros añadidos. En el caso de Punto Blanco, con looks completos y la colaboración del modelo River Viiperi. BCN Brand apostó por la definición y la limpieza con un desfile playero con música en directo y una atmósfera propicia para apreciar sus estampados retro de colores suaves.
El fin de la cuarta jornada deparaba una sorpresa: la colección de Manuel Bolaño. El joven diseñador barcelonés se había inspirado en una versión algo siniestra de la cursilería de los cuentos infantiles, muy convincente en sus diseños femeninos. Los masculinos reflejaban la inquietante combinación cromática de la colección –rosa y naranja– y dejaron por el camino algunas prendas de punto exquisitamente trash, con estampados insólitos y detalles feístas de auténtica vanguardia. No todos sabríamos lucirlos en condiciones, pero, desde luego, hay imaginación, audacia estética y diseños que no se limitan a replicar lo que ya conocemos. Y esa es (o debería ser) uno de los imperativos del diseño emergente.
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