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Alcalde ‘chanante’

¿Qué hubiera pasado una vez alzara la vara de alcalde de Albacete y se posara sobre mí el inmisericorde foco mediático?

Un colegio electoral de Sevilla.
Un colegio electoral de Sevilla.Bernardo Pérez

Ahora puedo decirlo: muchos de mis conciudadanos soñaban con verme en la alcaldía de Albacete. Nadie me lo manifestó nunca, en realidad, pero no hacia falta, era algo latente. Lo podía leer en sus ojos y en la expresión de sus caras: Joaquín como nos gustaría que fueses nuestro alcalde, nuestro alcalde chanante. Supongo que me veían como una especie de atamán, capaz de canalizar ese flujo de descontento e ilusión y también, porqué no decirlo, mala leche. Y ojo que la idea me parecía tentadora, sobre todo por vivir una campaña electoral: carteles con mi foto mirando al infinito, discursos enardecidos, abrazos, besos a personas mayores, besos también a algún recién nacido, vivas, hurras, meriendas cenas… etcétera. Pero, y aquí se empezaría a torcer la cosa, ¿qué hubiera pasado una vez alzara la vara de alcalde y se posara sobre mí el inmisericorde foco mediático? Pues os lo voy a decir: que cabría la posibilidad de que salieran algunas personas (todas calvas) contando que en alguna ocasión (no hace tanto en realidad) parece ser que les escupí desde el balcón con voluntad de acertar; sería posible oír también la voz de algún vecino (con bastante probabilidad el del tercero) asegurando mi autoría en anónimos donde se le llamaba: gorrino, asqueroso y mierda seca; no se descartaría que algún amigacho relatara que, en mis salidas nocturnas, cuando estoy contento suelo hacer simpas, y tampoco sería raro que alguien que hubiera presenciado algunos de mis shows aseverara que, con bastante frecuencia, hago bromas sobre minorías étnicas y animales en extinción. ¡Vaya panorama!

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