Mozart
Si Mozart no hubiera nacido, Salieri sería admitido como un gigante de la música. En el caso del fútbol el Mozart de Cristiano es Messi
Si Mozart no hubiera nacido, Salieri sería admitido como un gigante de la música. En cambio, coincidir con aquel fuera de serie le ha condenado a un lugar antipático en el imaginario colectivo. Pocos jalean su obra, pero si de alguien de gran talento intuimos que tiene pelusa de un ser especial que le ensombrece, nos acordamos de Salieri.
El fútbol, que sacraliza las comparaciones, brinda ejemplos del síndrome. El Mozart de Mourinho ha sido Guardiola y el de Cristiano es Messi. Cristiano es un superjugador que ha sido víctima de un infortunio histórico al coexistir con un tipo elevado a lo más alto de todos los tiempos. Messi ha hecho peores a los mejores. Si en el futuro miran hacia nuestro fútbol nos afearán que fuera un mundo tan turbio pero sentirán envidia retrospectiva porque le tuvimos a él. Messi me lleva a Azcona cuando celebraba el fútbol como un arte mayor. Sostenía que ninguna novela o película le había regalado una emoción comparable a la de ver a Maradona. Messi desata los ditirambos. Santiago Segurola dice que Messi es Maradona todos los días y Valdano señala que el segundo mejor futbolista del planeta es Messi lesionado.
Esta temporada Cristiano ha logrado 61 goles, una cifra de leyenda. Pero, dada su pírrica contribución a la gloria blanca, apenas ha sido festejada. Me huele que Cristiano, estas semanas, habrá sufrido heridas muy íntimas en su autoestima. Si nos colamos dentro de su cabeza, se puede entender. Creerte el elegido y, al poner la tele, advertir que Mozart no eres tú, debe ser una de esas cosas que te estropean el día.
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