Vuelve Sarko
El político francés acaba de crearse un partido-traje-a-medida, Los Republicanos, con el que volver a competir por la presidencia de la República
Cortesía de los comandos SEAL, sabemos lo que leía Bin Laden en su encierro de Abbottabad. Su biblioteca mezclaba libros del historiador Paul Kennedy, el periodista Bob Woodward y el analista de defensa Michael O'Hanlon con obras de Noam Chomsky, lingüista icono de la izquierda radical global, o el panfleto del teólogo David Ray Griffin sobre los ataques del 11-S, auténtica biblia de los conspiranoicos que sostienen que Estados Unidos se atacó a sí mismo para provocar la guerra de Irak. Intriga pensar lo que opinaría Bin Laden sobre aquellos que pretendían privarle de la autoría de los atentados del 11-S, que él mismo reivindicó en numerosas ocasiones, pero no cuesta mucho componerse la imagen de un hombre intentando entender a su enemigo con la ayuda de una biblioteca en la que encontramos 39 obras de referencia en inglés sobre la política exterior de EE UU y 40 estudios sobre Al-Qaeda elaborados por los mejores think tanks estadounidenses, desde la RAND a la Brookings, Carnegie o la academia militar de West Point.
Ahora piensen en Nicolás Sarkozy, que acaba de crearse un partido-traje-a-medida, Los Republicanos, con el que volver a competir por la Presidencia de la República. Cuentan de Sarkozy el problema en el que se vio su equipo de prensa el primer verano que pasó al frente del Eliseo, en 2007. La tradición dictaba informar de qué libros iban a releer los Presidentes de la República en su descanso estival, pues se daba por hecho que eran hombre de letras bien cultivados o, en su defecto, que al menos tenían que parecerlo. Pero hacer creer a la opinión pública francesa que el hombre de las gafas de sol Ray-Ban, el amante del lujo y de la riqueza, y de la cantante y modelo Carla Bruni, que celebró su victoria en un yate en Malta cedido por un amigo millonario, iba a releer a algún clásico (Montesquieu no hubiera estado mal, por lo de la separación de poderes), resultaba de todo punto imposible.
Pero comparen ahora cómo acabó el primero y dónde está el segundo: el primero en el fondo del Índico, y el segundo, preparándose para competir por la Presidencia. Un fino olfato, un mal carácter y una incultura enciclopédica pueden hacer más carrera política que una buena biblioteca. @jitorreblanca
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