George Clooney, a favor de las canas y las arrugas

Los hombres que se tiñen el pelo y recurren a la cirugía estética para parecer más jóvenes acaban siendo víctimas del efecto contrario, ha sido la sentencia con la que George Clooney justifica su decisión de no someterse al bisturí ni esconder las canas. La estrella hollywoodense, todavía considerado a sus 54 años uno de los físicos más atractivos del planeta, está convencido de que “no tiene sentido” intentar luchar contra el proceso de envejecimiento y que de lo que se trata es de llevarlo con elegancia.

Algunos alegarán que resulta muy fácil renunciar a la ayuda cosmética cuando prácticamente se tiene todo: fama, dinero, el encandilamiento de una flamante esposa 17 años más joven –y encima tan guapa como inteligente-, amén de un palmito que resiste muy bien el tic tac biológico. Pero Clooney ha puntualizado, a lo largo de una entrevista radiofónica en la BBC, que no sólo las mujeres de la industria cinematográfica son objeto de discriminación por razón de edad. “(Los actores) tenemos que hacernos a la idea de que a medida que envejecemos van a cambiar los papeles que conseguimos y la percepción que se tiene de nosotros, y eso resulta a veces decepcionante”, admitía el intérprete y director.

Con ello contradecía las recientes declaraciones de Jane Fonda, de 77 años, denunciando que los varones de Hollywood consiguen aparecer “más deseables” con el paso de los años gracias al poder que exudan, mientras que en el caso de las mujeres “todo se reduce a nuestro aspecto y por eso lo único que podemos hacer es intentar mantenernos jóvenes”.

El particular secreto de Clooney para envejecer con elegancia es sencillamente aceptarlo sin más. “Creo firmemente en la idea de que no puedes intentar parecer más joven y, sobre todo en el caso de los hombres, no funciona en absoluto. Al contrario, les hace parecer más viejos”, remachaba el actor durante la entrevista con Radio4, en la que no hubo mención alguna a los retoques en los que sí incurrió hace ochos años, cuando se operó las bolsas de los ojos y de paso se quitó algunas pequeñas arrugas.

Quizá aquellos eran otros tiempos para el entonces soltero de oro, hoy casado en segundas nupcias con la abogada británica de origen libanés Amal Alamuddin. Hace unos días, Clooney bromeaba sobre su condición de hombre maduro con joven esposa a la hora de rememorar la pedida de mano. “Mira, tengo 52 años y he estado esperando arrodillado durante 28 minutos. Así que necesito una respuesta antes de romperme la cadera o de ya no ser capaz de levantarme”, habría implorado a su novia para arrancarle el “sí quiero”. Meses después, en septiembre de 2014, la pareja se casó en la ciudad de Venecia para iniciar una vida en común a caballo entre Los Ángeles y la campiña inglesa, y escapadas vacacionales a su villa en el lago Como.

El actor ha desmentido las especulaciones que describían aquel matrimonio como el primer paso hacia una carrera política: “Amal es una mujer muy fuerte y muy inteligente, pero no pretendemos ser una pareja poderosa a la manera de Bill y Hillary Clinton”.