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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Los otros sudafricanos

Ángeles Jurado

"Este lugar es el infierno en la Tierra", se lamenta un coolie, al describir la plantación de caña donde es explotado a finales del siglo XIX. La plantación se sitúa en Kwazulu Natal, al este de Sudáfrica, una colonia compartida entre británicos y holandeses en la época, bañada por el aturquesado Océano Índico en su orilla oriental y por el Atlántico en la occidental. Quien firma estas palabras (que probablemente fueron pronunciadas realmente) es Aziz Hassim, novelista sudafricano de origen indio que las utiliza en su obra Revenge of Kali. Narra la historia de los primeros indios que llegaron a Sudáfrica, a bordo del S.S. Truro y reclutados en Calcuta y Madrás fundamentalmente. Contratados en algunos casos de manera casi ilegal, eran mayoritariamente hindúes e intocables o de casta baja y trabajaban en condiciones de semiesclavitud en los alrededores de Durban. El derecho de pernada del amo, que no jefe, estaba institucionalizado. Se sentían en el fin del mundo, siempre a un paso de la muerte.

Apenas diez años después de la llegada de los primeros indios a Sudáfrica, una nueva oleada de nacionales del país asiático se desplazaría hasta el sureste del continente africano. Esta vez, con intención de asentarse como comerciantes en la zona, procedentes de Gujarat y fundamentalmente musulmanes. Se les denominó "pasajeros" porque pagaban sus billetes y llegaban por su propia voluntad. Su historia aparece en las páginas de The Wedding (2001), una novela de Imraam Coovadia, en forma de saga familiar. Su presencia incrementó la hostilidad de la población blanca hacia la comunidad india que creaba lazos con el país.

Mahatma Gandhi con los líderes de la resistencia no violenta india en Sudáfrica. Wikimedia

Las novelas de Coovadia y Hassim forman parte de un estudio del grupo Raknakara (repositorio de joyas en hindi), un colectivo de investigadores y doctores universitarios decididos a explorar la riqueza cultural del Índico y que documenta, entre otras cosas, la evolución de la diáspora india en Sudáfrica desde sus orígenes como trabajadores de las plantaciones hasta su su realidad actual como ciudadanos de pleno derecho de la nación del arco iris. Felicity Hand y María Isabel Alonso forman parte de este grupo y de esta investigación. Mezclando historia, testimonios de la época y literatura, elaboran un retrato de la comunidad india sudafricana. Una comunidad muy particular que ha prescindido del sistema de castas y que antepuso su africanidad a sus lazos con la India. Una comunidad que ha vivido a la sombra de Mahatma Gandhi y que se implicó en el nacimiento del Congreso Nacional Africano y la muerte del apartheid.

Felicity Hand y María Isabel Alonso presentaron algunos avances de su estudio en Casa África a finales de abril y mencionaron a un puñado de pioneras en los derechos de las comunidades sudafricanas no blancas y las mujeres como Ela Gandhi o Frene Ginwala. También leyeron fragmentos de obras de Farida Karodia, como Against an African sky y Boundaries y de Achmat Dangor, como Fruto amargo.

"Gandhi abandonó Sudáfrica en el año 1915", explicó Felicity Hand, pausadamente, en el auditorio de Casa África. "El 10 de enero de 1908 se produjo su primer arresto, por negarse a llevar encima el salvoconducto que debía identificar a toda la población no blanca. Gandhi protestó contra este salvoconducto quemándolo y animando a sus compatriotas a seguir su ejemplo". Así comenzó la resistencia pasiva, la no violencia, que acabaría liberando a la India de la colonización inglesa y que también funcionó como puntilla del apartheid.

Felicity precisó que Gandhi ha marcado la historia de la comunidad india en Sudáfrica y que aparece en muchas novelas, como The lotus people, de Aziz Hassim, por cuyas páginas también transita la doctora Goonam o doctora coolie, una pionera de la resistencia feminista y anti-apartheid nacida en Durban en 1906 y muerta también en la ciudad sudafricana en 1999. Hassim dedicó su novela a esta figura política sudafricana, encarcelada 17 veces por su trabajo en favor de una Sudáfrica justa y libre. Forzada a exiliarse en Inglaterra, regresó a su país en el año 1990 y pudo votar en 1994, apenas cinco años antes de morir. Fue vicepresidenta del Congreso Indio de Natal. Además de todo esto y de una condena de seis meses de trabajos forzados, era doctora en ejercicio.

Las mujeres son, precisamente, uno de los pilares fundamentales de la comunidad india sudafricana. Con sus propias sagas familiares, como se refleja en novelas tipo Other secrets, de Farida Karodia. La violencia sexual contra las mujeres de esta comunidad también es una constante en la literatura y la historia, representada en la ficción escrita e incluso filmada a través de historias como The world unseen, de Shamin Sarif, una novela que además de atreverse con las relaciones interraciales, ilegales en el país desde 1927, novela la homosexualidad.

Felicity y María Isabel sólo desvelaron una parte del estudio, complejo y en constante evolución y crecimiento. Apenas un aperitivo que deja entrever la riqueza de la cultura sudafricana y de la hibridación entre India y Sudáfrica. Dos de sus conclusiones, sin embargo, fueron que los indios sudafricanos quieren ser, ante todo, sudafricanos y que, desgraciadamente, África está muy ausente en los estudios poscoloniales.

Comentarios

Ciertamente, en el siglo XIX o en el XXI, seguimos en el Infierno. No de otro modo se puede asimilar tanto odio, tanta desigualdad, tanto fanatismo absurdo, ignorancia, hambre, injusticia,esclavitud, maltrato salvaje contra el género femenino, etc. etc. Hace unos 15 años le decía a un familiar muy allegado que nunca estuvo la Humanidad al borde de caer masivamente en la explotación más abyecta y no me lo podía creer. Hoy en ciertos países la vida humana carece de valor. Niños de tan solo 10 años matan a una persona para sacarle el valor de 0,75 de dólar !! Y como son menores de edad, las leyes los amparan hasta los 16, de modo que las maffias locales los utilizan para sus fechorías.
Ciertamente, en el siglo XIX o en el XXI, seguimos en el Infierno. No de otro modo se puede asimilar tanto odio, tanta desigualdad, tanto fanatismo absurdo, ignorancia, hambre, injusticia,esclavitud, maltrato salvaje contra el género femenino, etc. etc. Hace unos 15 años le decía a un familiar muy allegado que nunca estuvo la Humanidad al borde de caer masivamente en la explotación más abyecta y no me lo podía creer. Hoy en ciertos países la vida humana carece de valor. Niños de tan solo 10 años matan a una persona para sacarle el valor de 0,75 de dólar !! Y como son menores de edad, las leyes los amparan hasta los 16, de modo que las maffias locales los utilizan para sus fechorías.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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