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Columna
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Juego de espejos

Cuidado con los sondeos. El bipartidismo no se hunde. Los partidos emergentes quedan acotados

Lluís Bassets

Pocas elecciones como las británicas permiten apurar hasta el límite el efecto de los espejos. En todas las imágenes que se han atisbado en ese mercurio electoral vemos algo de lo que nos puede suceder o ya nos ha sucedido, reflejos que confirman o desmienten esperanzas o temores.

Desde La Moncloa, el espejo confirma el camino emprendido. Cuidado con los sondeos, porque se equivocan. El bipartidismo no se hunde. Los partidos emergentes quedan acotados. La economía manda: con crecimiento y creación de empleos no debieran darse derrotas del partido gobernante, sobre todo si sabe cortar los avances de la oposición como ha hecho Cameron.

“Hay una cuestión muy simple en el corazón de esta elección. ¿Quién quiere usted que mande en este país, la gente que ha ayudado a levantar nuestra economía o la gente que ayudó a destruirla?”. Esas palabras del triunfador explican la mitad del resultado. La otra mitad es el temor esgrimido como un espantajo a una coalición entre laboristas y nacionalistas escoceses.

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Desde Barcelona, el espejo siembra más dudas que entusiasmos. Con 56 escaños sobre 59, el SNP no proclamará la independencia, sino que intentará convertir Reino Unido en una monarquía federal. Esa independencia es de izquierdas, con contenido social y europeísta y juega sus cartas con claridad y de frente. El espejo gira de nuevo hacia Madrid: Cameron piensa en una devolution a las cuatro naciones británicas, para que los escoceses no se vayan. ¿Alguien mira el espejo desde España?

Bruselas debe hacerlo. Con este resultado, el referéndum que pregunte a los británicos si quieren salir de la UE está garantizado. Y sobre todo la negociación a cara de perro con los otros 27 socios para conseguir otra devolution, europea esta, que permita a los tories seguir dentro de Europa. Ahora el espejo regresa a Escocia: si Londres quiere irse, Edimburgo querrá quedarse. Puede haber un segundo referéndum de secesión si Reino Unido hace el suyo de salida de la UE. Se auguran negociaciones duras, a varias bandas, dentro y fuera.

En Estados Unidos, preocupa que los británicos pierdan su condición de puente europeo

El mundo entero se mira en el espejo. Por el poder de la City, también por lo que queda del mito. Un ejército que todavía tiene garras. El derecho de veto en el Consejo de Seguridad. El arma nuclear que los escoceses rechazan. La Corona y la lengua inglesa. Cameron ha triunfado, pero en el espejo la idea británica baja un peldaño más, y con ella la idea europea.

Desde Pekín y Moscú, con luces largas, se atisban con fruición las líneas de una Europa fragmentada y débil. En Estados Unidos, por el contrario, preocupa que los británicos pierdan su condición de puente europeo, lugar donde reside la relación especial y privilegiada entre Washington y Londres. El espejo anunciaba un terremoto y lo que se ha producido es un terremoto, aunque algo distinto al que se esperaba.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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