La violencia de un titular
La tragedia ocurrida el 20 de abril en el centro escolar Joan Fuster del barrio barcelonés de La Sagrera, donde un alumno de 13 años asesinó a un profesor de 35 años edad, tuvo amplio eco en los medios de comunicación españoles. EL PAÍS informó del suceso en su página web y le dedicó un titular a cuatro columnas en la portada de la edición impresa del día siguiente, bajo el título: El crimen de Barcelona eleva a un nivel insólito la violencia escolar. Un titular que ha indignado a algunos lectores.
De intolerable lo calificaba en un correo Roman Ceano, quien afirmaba: me ha producido una hostilidad contra su periódico que no había sentido nunca. Creo que le deben ustedes una disculpa a la comunidad educativa catalana (por lo menos). Si la única forma de sobrevivir de la prensa seria va a ser imitar el sensacionalismo creo que los pocos que aún creemos en ella vamos a desertar. Y encima intentar aparentar que se abre un debate ya pasa de castaño oscuro.
Un suscriptor del diario, Eduardo Villardino, me envió el siguiente correo:
Leo con asombro el titular de hoy de EL PAÍS: ‘El crimen de Barcelona eleva a un nivel insólito la violencia escolar’. ¿Se puede resumir así lo ocurrido en un instituto de Barcelona y más como titular de portada del periódico, cuando se sabe que fue un caso aislado y puntual protagonizado por un chico que sufría un trastorno mental? Este titular parece más adecuado a la prensa amarilla con el fin de vender más diarios, pero que lamentablemente creo que, por el contrario, acelera el goteo incesante de lectores que están dejando de comprar EL PAÍS desde hace cierto tiempo.
Este mismo lector reconocía que el titular entraba en flagrante contradicción con el editorial publicado el mismo día, en el que se señalaba, entre otras cosas: ‘...sería inadecuado concluir que estamos ante un problema consolidado de seguridad en los centros escolares’.
Los titulares de primera página son una prerrogativa del director. En su nombre, el director adjunto, David Alandete, explica lo siguiente:
El 21 de abril EL PAÍS tituló en su portada que la muerte de un profesor a manos de un alumno de 13 años, que además dejó otros cuatro heridos, eleva a un nivel insólito la violencia escolar. No se implica nada en el titular. Únicamente se constata que el suceso en el instituto Joan Fuster de Barcelona es raro, extraño, desacostumbrado, que es como define la Real Academia el adjetivo ‘insólito’. Ese nivel desacostumbrado de violencia es, como se decía en el editorial, ‘excepcional’, que no debe llevar a ‘conclusiones simples o apresuradas’. Posteriormente, tras reconocer que el suceso era un caso ‘absolutamente extremo’, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, propuso a las comunidades autónomas crear un grupo de trabajo para ‘estudiar qué elementos de mejora se pueden introducir en los protocolos para la prevención y detección de problemas de violencia en las aulas’.
Entiendo la explicación de Alandete, y no creo que el titular en cuestión merezca el calificativo de ‘sensacionalista’. En mi opinión es, simplemente, un título mal escogido que no informa, ni resume, ni refleja de manera adecuada el suceso que lo motiva. Todo crimen, cualquier crimen, es expresión de una violencia que puede calificarse de ‘insólita’ en la medida en que, por fortuna, es excepcional. En los centros educativos de la Europa desarrollada no ocurren estas cosas. El suceso es trágico, es excepcional, es expresión de una violencia insólita, pero no ‘eleva la violencia’ a ningún nivel insólito porque está al margen de la vida normal del centro donde se produjo y de todos los centros educativos de España.
El titular de portada no es el único aspecto de la información del suceso de Barcelona que ha merecido las críticas de los lectores. La crónica inicial del crimen colgada en la web del periódico le ha parecido incorrecta a otro lector, Pablo López Gómez, que escribe lo siguiente:
Entiendo que la inmediatez hace a veces que el periodista no esté todo lo acertado que debiera al redactar una noticia, pero Clara Blanchar y Rebeca Carranco han estado poco afortunadas al comenzar la noticia sobre la agresión mortal contra un profesor en Barcelona con estas palabras que le transcribo literalmente:
"Un profesor ha muerto y cuatro personas han resultado heridas tras irrumpir esta mañana un alumno, de 13 años y de segundo de ESO, armado con una ballesta en el instituto Joan Fuster, ubicado en la plaza Ferran Reyes, en el barrio de La Sagrera de Barcelona. El profesor ha sido herido con la ballesta, aunque la muerte se la ha provocado una herida de arma blanca en el abdomen".
Aquí tiene usted el enlace:
Un alumno mata con una ballesta y un machete a un profesor en Barcelona
"Las palabras que le señalo en negrita no son muy benevolentes con el profesor y este patinazo se hubiera podido evitar muy fácilmente, tan solo con poner la palabra "otras" delante de "cuatro". Por otra parte, que el autor de las agresiones ha sido el alumno de 13 años lo sabemos con claridad por el titular, pero, si tuviéramos que fiarnos solo del párrafo arriba citado, podríamos pensar, por ejemplo, que la agresión con arma blanca fue obra de otra persona. Son, ya le digo, errores comprensibles, pero, habiendo de por medio un suceso tan trágico, pienso que hay que tener cuidado con cosas como la primera que le señalo, que fácilmente podría herir sensibilidades.
El lector tiene toda la razón, pero hay que precisar que se trata de errores de edición no necesariamente imputable a las firmantes del texto. Cuando se produce un suceso como el que aborda esta información, es normal que haya redactores enviados al centro y otros que completen la información desde la redacción. Redactar la crónica es tarea de los editores, aunque la firmen los redactores que trabajan sobre el terreno, en el lugar de los hechos. En este caso, la redacción, por la velocidad con la que se confeccionó el texto, no es perfecta, y al releer la crónica, tampoco los responsables de la sección se dieron cuenta de las incorrecciones que, por fortuna, fueron eliminadas en la edición impresa.
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