Cuando escasean las fuentes
Informar a fondo de un tema, sea el que sea, exige tiempo y dedicación. Y un amplio trabajo de campo para obtener datos y testimonios de distintas fuentes. Esto no siempre es posible. Pero siempre es posible ser honestos con el lector y no ‘vender’ en el titular lo que no vamos a darle en el texto.
En la sección de España del 11 de abril, figuraba un prometedor texto titulado, Radiografía del ‘anarcoterrorismo, que llevaba el siguiente subtítulo: La detención de 15 miembros de los Grupos Anarquistas Coordinados (GAC) la semana pasada por la Policía permite ver al trasluz las células anarquistas radicales. El texto, firmado por Patricia Ortega Dolz, ocupaba una página completa en la edición impresa.
Ni radiografía, ni trasluz, opina Álvaro Sarasúa Berodia, que escribió una carta al director y posteriormente a esta Defensora en la que se declaraba indignado tras la lectura de dicho artículo. El título sugiere, a ojos del lector, que el contenido del artículo va a ser el resultado de un intenso trabajo periodístico sobre el asunto del supuesto 'anarcoterrorismo' (por lo que uno alcanza a saber, ninguna sentencia en España indica por el momento que tal cosa, de hecho, exista). Es esto, creo yo, para lo que sirve una ‘radiografía’, que por más que en su tercera acepción sea una ‘descripción o análisis detallado’ (según la RAE), no deja de tomar su significado de la técnica diagnóstica que le presta nombre, y que consiste precisamente en utilizar los rayos X para ver más allá de lo que se aprecia a simple vista. Muy por el contrario, me temo que el artículo en cuestión dista mucho de merecer el nombre de radiografía y es, más bien, una simple fotografía fija, tomada desde un particular punto de vista y que no aporta absolutamente ninguna información que el lector no pudiera encontrar escuchando la versión policial -cuya fotografía, me temo, ha utilizado la autora para presentarnos con una simple fotocopia-.
Patricia Ortega Dolz explica las dificultades que ha encontrado al realizar la información. Traté de contactar con dos de los centros sociales okupados afectados sin éxito. Mandé correos a la cuenta que tienen habilitada, solicitando su versión de los hechos. Jamás obtuve respuesta. Pese a que sus cuentas están visiblemente activas. Por otra parte, en ninguna parte se omite que efectivamente es la versión policial la que se ofrece: fuentes policiales, fuentes de la investigación, los investigadores... No veo que haya engaño periodístico por ninguna parte. Si es parcial lo es porque no han querido responder (y han tenido días para hacerlo).
No dudo de la veracidad de lo que explica Ortega Dolz, pero no me parece que las dificultades que cuenta justifiquen las carencias de una información que no responde a las expectativas del titular. Cuando un periodista no puede obtener declaraciones de una determinada fuente, esencial en la información que redacta, debe señalarlo, tal y como manda el Libro de Estilo. Y si el material acumulado no permite realizar una ‘radiografía’ del narcoterrorismo, o de cualquier otro tema, hay dos opciones: no publicar la información, o publicarla con un titular que responda más exactamente al contenido que, en este caso, se limitaba a la información facilitada por la policía.
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