Recupera el sol: colectivizando la electricidad
Por Mario Sánchez-Herrero, profesor de economía de la Universidad Complutense de Madrid y José Vicente Barcia, responsable de Comunicación de Ecooo
En la historia reciente de nuestro país no escasean los ejemplos de mala gestión económica. Autopistas de peaje sin coches, aeropuertos sin aviones, entidades financieras sin supervisión o líneas de alta velocidad sin el más elemental análisis coste-beneficio se amontonan en nuestro particular catálogo de horrores económicos.
Lo que pasó en otros ámbitos de la economía, no podía dejar de suceder en un sector tan goloso como el eléctrico. Quienes hayan seguido el asunto estarán cansados de escuchar que el principal problema de nuestro sistema eléctrico es el enorme déficit que arrastra, a pesar de que los precios de la electricidad en España están entre los más altos de Europa. También habrán escuchado que la causa del déficit está en las generosas primas que se pagan a los propietarios de instalaciones de generación renovable, especialmente a los “fotovoltaicos”.
Por supuesto que esto último no es cierto. El déficit de tarifa eléctrico es en realidad el rescate encubierto del que se han beneficiado las grandes empresas del sector. Empresas que realizaron inmensas inversiones, fundamentalmente en centrales de ciclo combinado de gas, y que por ese motivo deberían estar hoy en día quebradas, como lo están las cajas de ahorros o las empresas constructoras. Algo que no ha sucedido, sin que haya que buscar la explicación muy lejos. El famoso déficit de tarifa pasará a la historia como un ejemplo más, quizá algo más sofisticado, del célebre adagio capitalista, el de la privatización de ganancias y la socialización de las pérdidas.
Pero bueno, este no era el tema de este artículo. Porque, sin que las renovables sean en absoluto culpables de todos los males que se les achacan, sí que hay que reconocer que la regulación que permitió su despegue en la segunda mitad de la pasada década fue, igualmente, un absoluto disparate.
En Alemania, el fomento de las energías limpias tuvo en los 100.000 techos solares su plan estrella. Se trataba de apoyar económicamente a aquellos que decidieran colocar sobre sus tejados paneles fotovoltaicos para autoproducir electricidad en sus hogares. Un modelo que aprovechaba el carácter modular de la energía solar para fomentar la conciencia medioambiental entre la ciudadanía, pero también para repartir las ayudas públicas entre muchos. En España no fue así. Fue justamente al contrario. En nuestro país se apostó por los grandes huertos solares, propiedad de las grandes fortunas nacionales o de fondos de inversión extranjeros. Sólo cuando ya se habían construido 10 veces más potencia de la inicialmente prevista, reaccionó el Ministerio de Industria y comenzó con su normativa a apuntar tímidamente hacia los tejados. Pero ya era tarde: la inmensa mayoría de los paneles acabaron en medio del campo y en manos de unos pocos.
Desde entonces ha llovido mucho. Ante el grave problema del déficit eléctrico que se mostró con toda crudeza desde los primeros coletazos de la crisis, los distintos gobiernos han ido aprobando norma sobre norma, cada una con un recorte aún mayor en los ingresos de los productores de electricidad limpia.
En julio de 2013, el gobierno aprobó un nuevo Real Decreto que ha supuesto un recorte adicional. Se trató del último zarpazo para los sufridos productores de energía limpia. El gobierno, siguiendo el mandato del oligopolio eléctrico, ha llevado el castigo hasta el máximo permitido por nuestro ordenamiento. Es el final, pero para muchos productores renovables ha sido la gota que colmó el vaso. Han levantado la mano y ha decidido gritar basta.
Recupera el sol
Som Energia es una cooperativa de consumo eléctrico que, en sus escasos tres años de vida, ha conseguido arrastrar en su cruzada a favor de un nuevo modelo energético a casi 20.000 socios. Ecooo, por su parte, es una empresa de no lucro dedicada a la construcción de pequeñas instalaciones fotovoltaicas sobre techo. En sus diez años de vida, 1.250 personas han decidido convertirse de su mano en pequeños productores de electricidad limpia en alguna de sus 65 plantas.
En diciembre de 2014 ambas entidades decidieron unir sus fuerzas para introducir un poco de cordura en el desquiciado modelo energético nacional. Se trataba de rescatar plantas fotovoltaicas que corrían el riesgo de caer en manos de los bancos o de administradores concursales (los sucesivos recortes habían convertido en impagables las cuotas de los préstamos con los que se financiaron). Desde entonces, con el proyecto Recupera el Sol, se han logrado rescatar dos plantas y el 50 por ciento de la tercera. Más de 150 personas y una inversión total de unos 500.000 euros.
Varios años después de que se lanzara la carrera de la fotovoltaica en nuestro país, las instalaciones acaban por fin en manos de quienes tendrían que haber sido sus titulares desde el principio, cientos de ciudadanos concienciados (la participación mínima es de 100 euros) que sacan sus ahorros de los bancos para producir con ellos energía limpia. Y lo que es más importante, haciéndolo de forma colectiva y alimentando con su acción la sostenibilidad de esos mismos proyectos colectivos: el 10 por ciento de los ingresos de la planta se destina a financiar la labor de difusión del grupo local de Som Energía en Madrid. No se trata, además de una inversión a fondo perdido, ya que la rentabilidad para el partícipe es del 5,5 por ciento.
Hay que darle la vuelta a todo. Ni los gobiernos ni las empresas son capaces de construir un mundo habitable y digno. Es el momento de la ciudadanía organizada. Y el mundo de la energía es un buen lugar para empezar. Por su transversalidad estratégica quizá sea el mejor.
Para los que estáis en Madrid esta tarde os invitamos a la fiesta ¡recupera el sol!
Imágenes cedidas por Ecooo
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.