África en su Viernes Santo
Esta entrada ha sido escrita desde Uganda por nuestro colaboradorAlberto Eisman(@ajeisman).
Soldados kenianos se dirigen a la universidad atacada. Imagen de videoaficinado tomada de El País.
Me levanto hoy con el pesar de la terrible jornada de ayer, donde el recuento de víctimas de estudiantes en el ataque de la Universidad de Garissa no ha dejado de crecer durante todo el día. Abro el twitter y me llegan decenas de fotos de pasos procesionales que han salido durante esta última noche. Pienso que el real y verídico Viernes Santo tiene lugar en este olvidado continente africano. Hace pocos días los extremistas de Boko Haram volvían a secuestrar a un grupo de chicas que se unen al ya primero del cual por desgracia nadie habla. El ataque de ayer contra la Universidad de Garissa – el más sangriento de entre los perpetrados Al-Shabaab – apenas llega a los titulares de los medios de comunicación occidentales y menos aún goza de una atención mediática medio decente, porque aparentemente los 147 estudiantes muertos y las decenas de heridos no iban en un avión europeo ni hubo occidentales entre las víctimas. Si un suceso así hubiera sido en otra universidad, en los medios occidentales se escribirían páginas reales o digitales sin fin pero, claro... “nos pilla lejos y además son negros...”.
Una vez más el fundamentalismo violento se ensaña contra víctimas inocentes y Kenia vuelve a ser la diana de estos grupos. La tragedia del centro comercial Westgate en Septiembre de 2013 – más de 60 víctimas mortales – se une a los diversos y mortíferos ataques contra asentamientos humanos o transportes en la región fronteriza de este país con la revuelta Somalia, donde en los últimos meses han muerto decenas de personas. Unidades de la milicia somalí de Al-Shabaab reaccionan así ante el avance que la coalición de la Unión Africana y de las mismas tropas kenianas están teniendo en los bastiones de esta milicia en Somalia. Hoy, si de una macabra vuelta de tuerca más se tratara, se cuentan casi 150 víctimas mortales en un ataque perpetrado contra el campus universitario en un momento en el que los estudiantes se preparaban para los exámenes.
Ayer los atacantes de nuevo jugaron la “carta religiosa” y separaron a los musulmanes de los no-musulmanes. A los primeros les dejaron ir y a los segundos los mataron. Es curioso que hagan esto cuando en otras circunstancias Al-Shabaab no ha tenido reparo alguno en ejecutar a cualquier oponente sea de la religión que sea. Las víctimas por tanto de este grupo son también los musulmanes, aunque el ataque de ayer pareciera indicar lo contrario. Por desgracia, la reacción de las fuerzas de seguridad kenianas tampoco ha ayudado a mejorar las cosas: episodios de dura represión se han vivido en las zonas costeras del país, donde se han llevado a cabo detenciones masivas de grupos y líderes religiosos sospechosos de alentar a fieles yihadistas. En varias ocasiones la población de Mombasa y de otras ciudades se ha rebelado contra el grado de violencia ejercido por el ejército y la policía.
Es una etapa más del doloroso calvario que está viviendo esta región. Y si a esto añadimos todo el sufrimiento que está siendo causado por Boko Haram y por las diferentes milicias en la República Centroafricana, pues se pueden imaginar la dimensión del problema. Como si no fuera suficiente luchar contra la pobreza, la desnutrición, la corrupción o los deficientes servicios, también el africano medio tiene que enfrentarse a la violencia sectaria. En este Viernes Santo, muchos de los crucificados de hoy se encuentran en este continente. Acuérdense también de ellos, que no caigan en el olvido.
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