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Columna
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El diferido no es de fiar

Cuánta desdicha sobre esa palabra y su aroma de engaño, actualizado en la tele de Castilla-La Mancha

Álex Grijelmo

TVE no era entonces “La 1”, sino La única, y ofrecía ciertas transmisiones en diferido o con unos segundos de retraso. Se llamaba bucle. Ese diferido preventivo fue inventado para que nunca se pudiera dar en directo un suceso como el de aquel día de 1970 en el que Joseba Elosegi, de 50 años, se lanzó envuelto en llamas desde la segunda galería del frontón de San Sebastián para caer ante el dictador Francisco Franco, en un acto de protesta que casi le cuesta la vida y que pagó con siete años de cárcel.

Cuando ya casi todo empezó a verse en directo, con la democracia, el diferido quedó como una antigualla y como sinónimo de inveraz y de falta de espontaneidad.

Ahora los programas musicales ofrecen a menudo las canciones enlatadas, incluso si el intérprete se halla en el estudio. A eso se le llama “cantar en playback”; o sea: cantar en diferido; en grabado, simular la interpretación con movimientos de la boca mientras suena el disco (en América he oído llamarlo “cantar en mímica”). Con esa trampa musical mejora la calidad, desde luego, pero se pierde la calidez. Precisamente, las críticas periodísticas sobre los programas especiales de la última Nochevieja percutieron mucho contra tanto playback, término que menudeaba en las crónicas pese a proceder del contrabando.

Así que las televisiones necesitan de vez en cuando advertir con un rótulo: “Voz en directo”; para dar al artista el valor de tal término cuando la excepción se produce.

La locución “en directo”

Por tanto, “diferido” compite con “directo” y pierde. Y con tamaña acumulación de derrotas, su prestigio se ha ido a la porra.

La locución “en directo” ha prosperado tanto que se usa para situaciones donde incluso está de más. Por ejemplo, se informa de que el Rey “verá la final en directo”. El valor informativo de que el Rey se halle en el estadio parece necesitar una palabra prestigiosa, y eso termina arrinconando otras fórmulas más precisas. Porque el Rey puede ver el partido “en directo” desde su casa, por televisión. El locutor tenía la opción de decir “el Rey presenciará el partido” (se hallará presente en el estadio) o “el Rey verá el partido en persona” (lo que significa “estando presente” o “por uno mismo”, sin intermediarios como la televisión o el ordenador). Pero la renombrada expresión “en directo” ha desplazado a esas palabras más precisas y hasta se añade innecesariamente al verbo “presenciar”.

Ahora bien, la locución “en directo” no puede competir —ni siquiera con su descomunal buena fama— frente a aquello que nos suena extranjero, o más cercano al inglés: ese complejo de inferioridad que nos atenaza. Así que hoy día las canciones y los partidos se ofrecen “en vivo” (calco de live); y a veces “en vivo y en directo”, para dar idea de que no hay trampa ni cartón.

Y en ese punto nos sorprende que “directo” cuente con el antónimo “diferido”, mientras que la transmisión “en vivo” no se opone jamás a su alternativa: “Esta vez vamos a ofrecer el partido en muerto”.

También escuchamos música “en vivo”, lo cual no se refiere sólo a las actuaciones televisadas, sino a las canciones que oímos en una sala y que interpretan artistas en buen estado de salud, circunstancia con la que ya contábamos.

Asimismo, se dice que un partido o un concierto los presencia alguien “en primera persona”, esa expresión que toma al individuo por su designación gramatical. Y hasta se oye “pude hablar con él en primera persona”… Bueno, sería en primera persona y en segunda, pues para dialogar quizás haga falta decir de vez en cuando “tú”.

Cuánto nos gustan expresiones como “en directo”, “en vivo”, “en primera persona”... Y cuánta desdicha histórica arrojamos sobre “diferido”, con su viejo aroma de engaño; actualizado además hace dos semanas en la televisión de Castilla-La Mancha, en la que un abucheo a Dolores de Cospedal en los toros fue transmutado en ovación al emitirse luego la grabación del hecho. Y qué mala suerte tiene la dirigente del PP con este concepto, después de aquellas frases suyas sobre indemnizaciones “en diferido”. Disculpables en ese caso, claro, porque se dijeron en directo.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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