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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí
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Pequeños consumidores, grandes transformadores

Por Vega Alonso, Noemí García y Ana Clara Padilla, del Departamento de Estudios e Incidencia Social de las ONGD PROCLADE-PROYDE-SED.

¿ Te imaginas que se enseñara en los colegios a consumir responsablemente, con criterios de justicia social y con vocación de transformar el sistema actual para conseguir un modelo socioeconómico responsable con las generaciones futuras y con el propio planeta que nos alberga? No es ciencia ficción: existen experiencias educacionales en las que, desde la niñez, se va aprendiendo en las aulas cosas tan básicas como en qué contenedor tirar la basura y por qué hacerlo, cómo aprovechar los alimentos sobrantes para elaborar nuevas recetas o cómo afecta nuestros niveles de consumo a personas que viven en otros países. Desafortunadamente, no se trata de una obligación para los centros, sino que este tipo de actividades parten del interés o compromiso social del colegio o del propio profesorado.

Educar en conceptos como el consumo responsable y justo probablemente permitirá, en un futuro no tan lejano, disfrutar del medio ambiente y de unas condiciones de vida digna para todas las personas del planeta. En nuestras organizaciones estamos convencidos de ello y por eso apostamos por una educación en valores haciendo desde este año especial hincapié en la necesidad de cambios en los sistemas de producción y consumo para transformar el mundo, tal como se señala en los informes previos a la elaboración de la Agenda de Desarrollo Post 2015.

¿Qué se puede hacer en un centro educativo para logar un consumo justo?

Porque no todo en el colegio son matemáticas, historia o inglés, son muchas las actividades que se pueden llevar a cabo en el ámbito escolar y que no requieren más que concienciación, responsabilidad y voluntad.

1. Adherirte a la Red de Centros Educativos por el Comercio justo.

En la vida las matemáticas no son tan exactas como en el papel y uno más uno no siempre son dos. Es el caso del Comercio Justo, en el que la suma de dos fuerzas hace algo mucho más grande. Miles de estudiantes saben lo que es ir cada día a estudiar a un colegio que apuesta por educar a personas comprometidas en un consumo diferente al habitual. Sus aulas, en casi cuarenta colegios e institutos en toda España, forman parte del proyecto llevado a cabo por el consorcio de las organizaciones IDEAS, SETEM y PROYDE y financiado en un principio por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

2. Llevar a cabo campañas de Educación para el Desarrollo.

Con sólo un 15% de los alimentos que se despilfarran en todo el planeta se acabaría con el hambre en el mundo. Una frase que podría dividirse entre sujeto y predicado en la clase de Lengua pero que tiene un significado mucho más profundo. Y es que este dato, tan impactante como desconocido, es solo un ejemplo con el que intentamos sensibilizar al alumnado de nuestros colegios a través de la campaña La comida no se tira, que presta especial atención al desperdicio alimentario. Se trata de la primera campaña de una serie dedicada a diferentes formas de consumir responsablemente: atendiendo a los recursos naturales, a los derechos laborales, etc. Durante todo el curso trabajamos asuntos relacionados con el consumo justo a través de fichas educativas y actividades adaptadas a todos los ciclos. Todos los materiales se encuentran on line y son descargables en nuestras páginas web, disponibles para cualquier centro educativo que también quiera desarrollarlos tanto en sus clases como en otras actividades.

3. Desarrollar auditorías sobre desperdicios.

¿Te imaginas que los propios estudiantes fueran los encargados de 'auditar' el buen o mal uso que se hace de los desperdicios alimentarios en sus comedores o en sus recreos? Lo hacen ya en centros como La Salle Antúnez (Las Palmas), donde el propio alumnado se autoevalúa, implicando tanto al profesorado como a la empresa encargada de la gestión del comedor. Es una actividad que surge a partir de una guía del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) dentro de su estrategia "Más alimento, menos despercidio".

4. Construir un huerto escolar.

Llevar la clase de Ciencias Naturales fuera de las aulas. Se trata de una experiencia tan bonita como educativa en la que los más pequeños conocerán cómo cuidar la tierra y comer los productos que ellos mismos han ido cultivando. Además, si se hace una adecuada gestión de los residuos alimentarios en los comedores, se puede conseguir abono a través del compostaje o regar el huerto con el agua sobrante de jarras y vasos del comedor. Y si no tienes terreno adecuado para que crezcan las plantas, ¿por qué no utilizar botellas de plástico para transformarlas en maceteros? La FAO nos enseña paso por paso a Crear y manejar un huerto escolar.

5. Buscar la implicación de toda la familia.

Si los conceptos aprendidos en la escuela no se ven reflejados en la vida diaria, no darán el resultado esperado. Por eso pensamos que las escuelas de padres y madres pueden ser una buena herramienta para trabajar el consumo responsable e implicar a todo el entorno familiar. Nosotros trabajamos en ello a través de unas dinámicas elaboradas a partir de #ConsumoJusto, nuestro documento base que te invitamos a leer.

Todas son iniciativas reales, que se hacen en colegios reales y que tienen efectos reales en nuestra sociedad: además de permitir que las futuras generaciones estén sobradamente formadas en cuestiones académicas, facilitan que se conviertan en grandes transformadores sociales.

Imagen de portada: cartel de la campaña "La comida no se tira"

Imagen central cedida por PROYDE

Comentarios

La educación en los colegios puede ser el gran trampolín desde el que se pueda iniciar el rescate del planeta y su sostenibilidad, sin renunciar al progreso.Desde una enseñanza que inculca a los alumnos y a las alumnas la normalidad de aprovechar los recursos naturales que se tienen, y a reciclar los excedentes de forma que no sean productos tóxicos.Transformando el despilfarro en ahorro, y regulando el consumo desde el aprovechamiento del suelo y del agua, limpiándolos de residuos.De forma natural, de igual manera que se aprenden los idiomas o las ciencias.Exigiendo la limpieza del medio como una manera de ser y comportarnos en sociedad, y personalmente.Pasando del aula a la calle.A través de los estamentos públicos con normas que refuercen lo que se aprende en los colegios.Esa sería si existiese, otra sociedad con mejores perspectivas y horizontes.Con políticas ambientales sanas, y con administraciones basadas en la sostenibilidad pública y política.Habría que intentarlo.Aun a costa de la avaricia humana que intentaría por todos los medios poner palos en las ruedas del desarrollo.
Pues yo particularmente preferiría dejarme algo en el plato de comida si no tengo más hambre y no tener que poner de excusa a los niños de África para comérmelo todo, vamos digo yo, que encima que te comes la comida, ellos siguen sin probar bocado, asi que lo que dice el blog está bien para educar a los niños para no hacer excesos pero a ver si de una vez nos dedicamos ya a erradicar la pobreza, las hambrunas y a ayudar a que los pueblos crezcan, que ya llevamos muchos años en el intento y aqui todo se complica.
Antes no se tiraba nada y ahora...
Hay que fomentar una correcta educación en los colegios.Es algo fundamental

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