Satisfacer las necesidades humanas en la ciudad
Foto: Krumlov, ciudad medieval Republica Checa en Flickr Creative Commons
Un proverbio medieval rezaba: "El aire de la ciudad nos hace libres". El florecimiento urbano representó entonces un refugio ante el vasallaje y los poderes feudales. Desde su origen, las ciudades han regulado, bajo formas diversas, la provisión de alimentos, cobijo, protección, espacios de intercambio y de comunicación para sus habitantes, en un esfuerzo por cubrir sus necesidades más básicas. Pero las ciudades han tenido que lidiar también con múltiples dificultades que han ido asociadas a su crecimiento, y las medidas tomadas para afrontarlas son un reflejo de las prioridades socioeconómicas y los modelos de desarrollo imperantes en cada época. La disposición urbana no puede comprenderse como un mero resultado del azar, sino como el fruto de decisiones humanas concretas en cada momento de su historia. Así, las ciudades pueden leerse y, tal y como dijera el filósofo Jünger Habermas, en ellas vemos cómo "la sociedad se fotografía, el poder se hace visible y se materializa el simbolismo colectivo".
En la actualidad, las ciudades, que acogen ya a más de la mitad de la población mundial y al 80% de la europea, continúan enfrentado el reto de poder satisfacer las necesidades básicas de sus habitantes. Según los principios del Desarrollo a Escala Humana (Max Neef-CEPAUR), estas necesidades son finitas y clasificables: subsistencia, protección, afecto, comprensión o entendimiento, participación, creación, recreo u ocio, identidad, y libertad, y forman un sistema de interrelaciones. Estas nueve necesidades son, además, las mismas en todas las culturas y en los diferentes períodos históricos. Sí cambian, por el contrario, sus satisfactores. Y así, las medidas concretas que cada grupo social escoja para satisfacer, por ejemplo, su necesidad de libertad o de protección será lo que, efectivamente, le defina. Y de la misma manera, irán configurando nuestras formas de vida y de construcción de ciudad.
El sentimiento general de satisfacción de la sociedad española ante estas necesidades es positivo, en general. El 89% de los españoles manifiesta ser feliz en el lugar donde reside, según el Barómetro de Cultura Ecológica elaborado por Metroscopia. La población española se muestra satisfecha con las condiciones de la vivienda, la asistencia de salud, y el 83% asegura que tiene cerca aquello que necesita para el día a día (subsistencia, protección). La amplia mayoría asegura que los vecinos conviven en armonía (entendimiento), más del 80% expresa sentirse perteneciente a ese lugar (identidad) y estar allí seguro y protegido.
El 52% de los españoles considera que en el lugar en el que reside hay espacios y equipamientos adecuados para el ocio y tiempo libre, si bien más de la mitad considera que no se cuida suficientemente el medioambiente (ocio y recreo). Por otro lado, el 61% mantiene que no dispone de espacios y equipamientos adecuados para crear, formarse e intercambiar conocimientos (creación). Y en cuanto a la participación, si bien más de la mitad de la población considera que los vecinos tienen acceso a información sobre lo que sucede en su localidad, el 68% considera que no pueden participar en las decisiones de aquellos asuntos locales que les afectan.
Estas necesidades, en definitiva, no se construyen socialmente, sino que podrán ser satisfechas socialmente, de una manera u otra. Y para los diseñadores urbanos, hoy, como fue antaño, incorporar en el análisis la generación y creación de satisfactores fértiles sigue siendo un reto necesario.
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