Una prueba nacional
Susana Díaz tiene la llave de la gobernabilidad en los comicios que abren el gran año electoral
La campaña electoral andaluza comienza bajo el signo de la ausencia de alternativas a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, quien —salvo grandes sorpresas— tiene en sus manos la llave de la gobernabilidad de la comunidad más poblada de España. Así se desprende de los diferentes sondeos publicados, coherentes con la imagen de estabilidad que ella representa frente a oponentes penalizados bien por lo reciente de su implantación (Podemos, Ciudadanos), bien por el desgaste del Partido Popular.
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Los sondeos no observan al PSOE en condiciones de alcanzar la mayoría absoluta, aunque sí de ganar los comicios en un marco político más fragmentado de lo habitual por la emergencia de las nuevas opciones. En el fondo, el debate principal se centra en si Susana Díaz podrá gobernar con sus propias fuerzas o necesitará de pactos o coaliciones, una hipótesis sugestiva de cara a la cascada de elecciones previstas en el conjunto de España. De forma que los comicios andaluces se configuran como la primera gran prueba de los movimientos tectónicos que se están produciendo en el seno de la sociedad española.
Por tanto, hay que estar muy atentos a la decisión de los electores, que están dispuestos a acudir a las urnas en gran número: casi siete de cada diez, según el CIS. También es cierto que todavía hay muchos indecisos, lo cual habla de la importancia decisiva de la campaña en curso. Nadie debe confiar a ciegas en la victoria; el PP la obtuvo en las autonómicas de 2012, pero no suficiente como para gobernar en solitario, y se impuso el pacto del PSOE con IU. Sin embargo, es cierto que había creado una dinámica de cambio en las elecciones anteriores, y que ahora no se aprecia algo equivalente.
La gente quiere saber en qué se diferencian los proyectos, qué se gana y qué se pierde con unos y con otros. El hecho de que la Universidad de Málaga haya propuesto la inhabilitación de Íñigo Errejón, número dos de Podemos —vistas las irregularidades del trabajo que le encargó anteriormente—, muestra la importancia de la transparencia, así como algunas de las debilidades que se le aprecian a la nueva formación en liza. También pueden ser importantes los debates televisados, una fórmula muy conveniente para comprender las diferencias entre lo que cada uno dice y lo que realmente cabe esperar que haga.
Más allá de los cálculos sobre las consecuencias nacionales de estas elecciones autonómicas, Andalucía irá a las urnas el 22 de marzo presionada por la necesidad de revitalizar una comunidad cargada de hipotecas contraídas en el pasado. La principal es el paro, que golpea sañudamente a los andaluces muy por encima de la elevada tasa nacional de desempleo. Esa pesada carga se une a las malas prácticas administrativas y a los casos de corrupción heredados para comprender que los electores de Andalucía tienen razones más que sobradas para pensar bien su voto y acertar con la elección de los dirigentes a los que confiar la próxima etapa.
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