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Coordinado por Lola Huete Machado

Las caras de la diáspora (8): Odome Angone

Ángeles Jurado

Estamos en La Central, en Callao, removiendo nuestras infusiones calentitas dispuestas sobre la mesa de madera. Fuera hace un frío inmisericorde y la calle se tiñe de gris, a pesar del tibio sol de invierno. Ella se estira el pelo natural, breve y esponjoso, en un moño y luce unas enormes gafas de sol con montura de concha, que protegen sus grandes ojos del resplandor tímido de una lámpara. Apenas una pincelada de brillo rosa en los labios. Pocas joyas, en madera y semillas, sencillas y cálidas. Se llama Odome Angone (Mitzic, 1980), es escritora, filóloga y orgullosamente gabonesa.

Llega en transporte público desde Ciudad Universitaria, tarde, acompañada por su hija de seis años, una chiquilla despierta con el cráneo trufado de trenzas también naturales. La niña arrastra, a su vez, una muñeca. Odome le ha prometido que se darán prisa, así que la niña acepta la entrevista mientras sorbe un tazón de leche con colacao e interviene a ratos en la conversación, convertida en cronómetro, sonido de fondo y segunda memoria. Odome carga también un segundo hijo: su primer libro, una novela editada en Francia, Roi-dieu coupé.

"Quería ir a mi país a trabajar", precisa. "Terminé mi tesis, escribí artículos, publiqué investigaciones y decidí volver. Pensé que Gabón me daba oportunidades, pero no me terminaba de gustar".

Odome se sintió desplazada al pisar Libreville. Su pelo afro natural causaba escándalo. El colegio francés de su hija seguía anclado en el mito de los ancestros galos y no fijaba sus ojos, deslumbrados por la extranjería del norte, en la belleza del propio país, en sus selvas y playas, en sus gentes.

"Llega algo de fuera y lo aceptas, cánones estéticos incluidos. Me preguntaban, mis propios familiares y mis amigos, si no tenía dinero para arreglarme el pelo y si realmente había vivido en Europa. La mirada del otro se ha convertido en la nuestra y se tiene vergüenza de lo que uno es. Alisarse el pelo, las extensiones y las pelucas, todo eso es un negocio y una mentira. Michelle Obama, por mucho que se diga del empoderamiento que ha significado para la mujer negra, tiene el pelo lacio. Solange, la hermana de Beyoncé Knowles, sí que es una de esas mujeres que inspiran, un ejemplo y una referencia para las mujeres negras. Como Graça Machel y otras mujeres del África anglófona, sobre todo, en Sudáfrica".

Odome llegó a España por primera vez en el año 2004, con un programa para futuros docentes de español que pagaba el gobierno de su país. Estudiaba en la Universidad de Salamanca, donde pasó un año de inmersión lingüística práctica. Al concluir su beca, regresó a Gabón para volverse por su cuenta a España, poco tiempo después, en alas de su doctorado. Explica que los profesores de español de los países africanos francófonos suelen hacer el doctorado en Francia, algo que ella encuentra ridículo. Las tesinas de sus compañeros de promoción en Dakar o Libreville se escribieron también en francés y se expusieron en ese idioma: jamás en español. Hay miles de profesores de español en el continente africano que nunca han tenido una experiencia de inmersión lingüística en países hispanos, que no han pisado España o Cuba o incluso Guinea Ecuatorial.

"Seguramente daré clases en el futuro en algún país africano, aunque también me gustaría hacerlo en Francia, Canadá, Gran Bretaña o Estados Unidos. Me interesa la literatura fronteriza de la diáspora. Sobre todo, la de la cubano-estadounidense Cristina García, autora de Dreaming in Cuban, y la de la francófona Léonora Miano. Me interesan porque hablan de mi identidad. Quiero estudiar a esas mujeres que van y vienen cruzando fronteras. La hibridez no es ningún fallo: es una riqueza. Los estudios culturales, además, están de moda. Probablemente porque el mestizaje ya no tiene que ver con el color. Soy fruto de la Conferencia de Berlín, asumo mi hibridez de gabonesa en Madrid y me defino como una persona que vive como la gente de los sitios a los que voy. No comulgo con los ghetos ni con la nostalgia. Y creo que hay que romper barreras y estereotipos. La mujer africana no existe. Hay mujeres africanas supertituladas e independientes. No somos todas sumisas. Pero es cierto que todavía hay cánones en los que se nos quiere obligar a entrar y hay muchos hombres a los que les viene bien que existan".

Odome manosea su novela mientras habla. Está orgullosa de su primera obra, publicada en el año 2013 en París. Un texto que ocupó dos años de su vida, conviviendo con su tesis y la maternidad. Además, una obra muy actual, porque habla de revoluciones pacíficas fogueadas en redes sociales.

"La novela se sitúa en un país ficticio de África ecuatorial, en el que los estudiantes deciden acabar con un régimen dictatorial de manera pacífica, a través de las redes sociales. Denuncia también que muchos intelectuales no han hecho el trabajo que deberían haber hecho en África. Se han dedicado a acumular títulos para poder trabajar en dictaduras, han colaborado con ellas y no han estado al lado de sus pueblos".

En Roi-dieu coupé, Odome recupera la figura del marginal, del loco, que en Gabón se llamó Ondo Mba y desafió al régimen Bongo escribiendo proclamas en los sitios más emblemáticos del poder. Llegó incluso a profanar las paredes de la presidencia con pintadas. Todo se le permitía, porque se le consideraba un perturbado, y sus actos no llamaban la atención de nadie.

"Quería escribir de los dictadores que se toman por dioses inmortales, que creen que nunca les van a tumbar", cuenta antes de mentar la trinidad sagrada del poder opresor en muchos contextos africanos. Ejército, religión y política. Su libro es una oda a la libertad, un soplo de aire fresco cargado de sátira y acrónimos y una diatriba contra los dirigentes que se eternizan en sus sillones, instalados en una especie de nube que les aísla de la vida de sus ciudadanos. Una plegaria, casi. Una llamita de esperanza.

Su hija no soporta más la conversación y se menea incómoda en el banco, el tazón ya vacío y la muñeca abandonada. Odome sonríe casi excusándose. Quizás habría querido encadenar infusiones, proyectos y recuerdos durante toda una mañana, pero tiene que abotonarse el abrigo y partir. Híbrida, serena, con su moño de pelo natural desafiante y sus grandes gafas de concha, la niña amarrada a la mano, la muñeca amarrada a la niña.

Comentarios

Buen artículo, gracias
Me parece perfecto que cada cual haga lo que pueda o sepa por aportar algo que pueda ayudar a su país y sobre todo si es un país africano, como es el caso, con lo mal que están, todo por poco que sea es valorable y además esta mujer ha sido valiente para volver y seguir su lucha personal y transmitir, en la cercanía, lo que sabe.
Gracias por este artículo tan significativo lleno de riqueza cultural. Admirable el entendimiento de Odome. Me parece alguien que sabe definirse con claridad fuera de estereotipos.
Muy buen articulo, es sorprendente el cambio fisico que permite una operacion tan sencilla como la befaroplastia en los pacientes. Saludos!!
Buen artículo, gracias
Me parece perfecto que cada cual haga lo que pueda o sepa por aportar algo que pueda ayudar a su país y sobre todo si es un país africano, como es el caso, con lo mal que están, todo por poco que sea es valorable y además esta mujer ha sido valiente para volver y seguir su lucha personal y transmitir, en la cercanía, lo que sabe.
Gracias por este artículo tan significativo lleno de riqueza cultural. Admirable el entendimiento de Odome. Me parece alguien que sabe definirse con claridad fuera de estereotipos.
Muy buen articulo, es sorprendente el cambio fisico que permite una operacion tan sencilla como la befaroplastia en los pacientes. Saludos!!

Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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