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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La negociación de la deuda griega

“Solo estamos de acuerdo en que estamos en desacuerdo” anunciaba Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, en la rueda de prensa celebrada el pasado 5 de febrero tras su reunión con su homólogo griego, Yanis Varoufakis. A lo que este último añadió: “Ni siquiera estamos de acuerdo en que estamos en desacuerdo”. Esta respuesta deja abierta la puerta a continuar la negociación, a buscar el acuerdo y a dejar claro que no está cerrado.

Aquí no nos referimos a una compraventa donde existen alternativas a las que acceder en caso de que las condiciones de un determinado cliente o proveedor no satisfagan nuestros intereses. En este asunto, la alternativa de otra contraparte no existe y la interdependencia de las partes juega, por tanto, un papel primordial. Ante tal interdependencia, algunos intereses de las partes serán compatibles y otros incompatibles, y se trata de crear valor conociendo tales intereses. Ahora bien, ¿cómo crear valor a la negociación ante condiciones de salida que tienden a un desacuerdo? Fisher y Ury, distinguidos profesores de negociación en Harvard y autores del superventas Getting to Yes hacen hincapié en dos conceptos que pienso son importantes mencionar aquí: la empatía y la asertividad, así como la combinación de ambos.

Están llamados a negociar, no hay alternativa aquí, lo que sí pueden elegir es negociar de una forma creativa, en la que se escuchen de forma activa, se entiendan los intereses de las partes y se trabaje por integrar las prioridades de estas en el acuerdo; o negarse a ello e imponer soluciones prefabricadas, previas a la negociación, en las que se elimina la posibilidad de crear valor de forma conjunta.— Patricia Elgoibar. París, Francia.

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Lo ocurrido en la negociación entre el Gobierno y el Eurogrupo es significativo del ideario y comportamiento de Syriza e implica alguna lección aplicable a Podemos. Ambos partidos coinciden en no pedir el voto basándose en un programa sino al hecho de que ellos son buenas personas (y los demás no tanto, claro).

Un programa implica algo más que una lista de deseos. Implica explicar qué recursos se requieren para alcanzarlos, de dónde se obtendrán y cómo serán gestionados. En el caso griego, los deseos (sensatos, justos y compartidos) requieren de recursos que solo tienen los socios con quienes se negociaba. Los señores Tsipras y Varoufakis deben ser excelentes personas, pero como negociadores (y, por tanto, como gestores) son un desastre. No han considerado las alternativas disponibles para ellos y para sus contrapartes, no se han trabajado suficientemente las opciones para satisfacer tanto los intereses griegos como los europeos, y han hecho lo posible por destrozar la relación con el principal negociador de la otra parte.

Atentos a Podemos, sus deseos de mayor justicia son compartidos, pero eso no basta. Díganos, por favor, qué recursos se requerirán, cómo se obtendrán, cómo se gestionarán. Vamos, que nos cuenten el programa. Necesitamos saber que no harán una patochada como la de Syriza. Que sean buena gente y tengan buenas intenciones, a muchos no nos basta. A veces, hasta da miedo.— Ricardo Fibla Ávila. Valencia.

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