Un libro excepcional
En alguna ocasión me he ocupado de temas sobre literatura infantil. No es demasiado fácil para mi. Puede ser que te enfrentes a un bonito álbum ilustrado, lo que todos llamamos cuentos, o puede ser que te caiga entre manos alguna novela infanil o juvenil. Si es el primer caso, es fácil. Los álbumes se pueden admirar y leer en poco tiempo y la fuerza de las ilustraciones enseguida te conquista o no. En cambio, cuando lo que se trata es de leer un libro de 150 o 200 páginas destinado a niños o adolescentes, la cosa cambia. Para ser sinceros, el problema es que generalmente no te interesa. Las historias son más lineales; los personajes, más sencillos, menos profundos, y el lenguaje, más plano. En fin, que no atrae; para mi es como comer coliflor, no suele apetecerme.
Sin embargo, ha habido ocasiones en que me han llegado volúmenes para niños y los he ojeado y hojeado, me han conquistado y me he tomado el tiempo de leerlos. Y hay uno, que es el que da (casi) título a este post, que me ha encantado. Se trata de La increíble historia de… Un amigo excepcional, escrito por David Walliams. Es el sexto volumen de la serie La increíble historia de…, que en España ha publicado íntegramente la editorial Montena. El original data de 2009, pero en España se publicó en octubre del año pasado y está destinado a niños mayores de 9 años.
El libro cuenta cómo Chloe, una niña un tanto tímida e incomprendida, impopular en el cole, con una familia peculiar, conoce al Señor Fétido, un mendigo apestoso -el título original en inglés es Mr. Stink (algo así como Señor Hedor)- al que esconde en su casa. El mendigo oculta un pasado que Chloe intenta descubrir mientras se enfrenta a las vicisitudes de hacerse amiga de un menesteroso con un punto de locura y muchos de cordura. Por sus páginas se verá desfilar al primer ministro británico -el libro tiene un aroma muy british-, a aspirantes al Parlamento, a famosos presentadores de televisión y un puñado de personajes más.
Como he dicho, el libro tiene un humor muy británico, sutil, y está escrito con muchísima gracia -yo lo he leído en español y de ello ha de tener todo el mérito Rita da Costa, la traductora-. Su lenguaje es sencillo, pero no simple, no es ñoño -muy al contrario, bastante irónico en ocasiones-, con giros muy coloquiales y, para mí uno de sus puntos fuertes, salpicado de llamadas al propio lector, como guiños de complicidad o asideros para que participe. Un ejemplo:
“Duquesa [la perrita del vagabundo] miró a Chloe con una expresión que parecía decir: «Podrías habérselo explicado, pero has decidido seguir con la mentira».
¿Que cómo sé yo que la expresión de Duquesa parecía decir eso? Porque en la biblioteca de mi barrio hay un libro fantástico titulado Mil expresiones caninas y su explicación. del profesor L. Stone.
Me estoy yendo por las ramas”.
Recurre además a elementos actuales que los niños pueden reconocer y que les introduce aún más en las historia. Se mencionan, por ejemplo las Tortugas Ninja o programas de televisión como Tienes talento (la versión anglosajona de Tú sí que vales), Factor X, La voz, Tengo una pregunta para usted…
El argumento, en fin, está lleno de ternura, pero sin ñoñerías. Incluso con algún regusto amargo. Con alguna que otra suave o mordaz crítica -a la política, a la televisión, por ejemplo-. Con la mirada puesta en la realidad -aparece la crisis y una de sus consecuencias, los despidos-. Es como esas pelis de dibujos animados que incluyen guiños para los adultos.
El autor, como he mencionado al principio, es David Walliams, cuyo verdadero nombre es David Edward Williams y que es un archiconocido cómico, actor y presentador británico. Entre sus hitos televisivos está nada menos que Little Britain, un programa de sketches de humor bastante salvaje y sin concesiones que en España se ha emitido en Canal +. Además de Un amigo excepcional, Montena ha publicado en español La abuela gangster, Los bocadillos de rata, El chico del millón, La dentista demonio y El mago del balón.
Para terminar, el libro está ilustrado por Quentin Blake, muy conocido por haber ilustrado algunos clásicos de Roald Dahl, autor, entre otras cosas de Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, o Matilda y creador, y de esto me entero ahora, de los Gremlins.
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