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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Héroes de 1808

Podemos recurre al tópico nacionalista español por excelencia: la revuelta contra el francés

Jorge M. Reverte

Quienes acusan a Podemos de una presunta indefinición ideológica demuestran más prejuicio que análisis. Poco a poco, la formación política que encabeza Pablo Iglesias va extendiendo un aparato de interpretación de la realidad que permite a su vez interpretarla a ella.

Con motivo de la marcha sobre Madrid convocada por este movimiento, Iglesias desgranó, en el sitio donde tuvo su origen el 15-M, la Puerta del Sol, un discurso que remitió a mayo de 1808 y al pueblo de Madrid de aquel tiempo. La resistencia al francés no la hizo la nobleza ni el ejército borbónico, sino el pueblo madrileño. Fue un movimiento castizo contra la imposición imperial.

Este discurso da ya pistas importantes sobre las bases ideológicas de Podemos. La primera pista puede que tenga alguna importancia, pero todavía creo que es pronto para decidirlo. Se trata del carácter profundamente madrileño del 15-M y de Podemos. No sólo Iglesias, sino también algunos de sus socios fundadores, como Íñigo Errejón, han hecho alguna referencia al Madrid de la Guerra, al de “No pasarán”. Sin embargo, esta fecha de 1936 ha sido preterida a favor de 1808 seguramente para evitar algún conflicto con posibles votantes de derechas del movimiento.

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Hay otra característica de este discurso que me parece muy significativa, y es su tono abiertamente nacionalista. Como los griegos de Tsipras, que han basado su estabilidad gubernamental en un acuerdo con la derecha nacionalista, los españoles de Iglesias recurren al tópico nacionalista español por excelencia después de lo de Don Pelayo: la revuelta contra el francés.

Tanto la política de Tsipras como lo que nos anuncia Monedero esconde una profunda acción antieuropea, al menos contra la Europa actual. No se trata sólo de discutir los términos de unos acuerdos más o menos aceptables, sino de llamar a rebato al pueblo para que se deje la piel una vez más en la defensa de los valores patrios, que al parecer no incluyen el respeto a lo firmado. Eso lo firmaron unos traidores, pero ahora los representantes auténticos del pueblo lo someterán a una revisión profunda.

El peligro de poner al día mitos populares como el de 1808 es que se pueda jugar con ellos tal como fueron en realidad. Aquella revuelta fue todo menos ilustrada y reclamó como lo auténtico popular una monarquía nefasta, corrompida y reaccionaria. La peor base para construir un discurso nacionalista. Ni moderno ni antiguo, sencillamente repugnante, como casi todo lo que tenga que ver con el nacionalismo.

En una primera instancia, esta fórmula de la casta contra la gente es muy poco afortunada. La gente empujada por discursos populistas y halagadores como este no es otra cosa que una turba reaccionaria que puede ganar el poder, pero no la razón. Muy difícil también lo tiene una propuesta así para entenderse con ideas milenaristas como la vasca (Bildu, HB) o con los carlistas (Esquerra Republicana).

Pero, sobre todo, es inquietante para los demócratas ver crecer otra exitosa variante nacionalista. Esta vez madrileña.

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