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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

Los sirios que no son Manar

Lola Hierro
Un hombre sirio y su hija alojados en el CETI de Melilla. / Lola Hierro
Un hombre sirio y su hija alojados en el CETI de Melilla. / Lola Hierro

Me vais a disculpar, lectores de Migrados, si de nuevo me tomo la confianza de escribir una entrada un poco personal. Me encuentro en el aeropuerto londinense de Heathrow pasando el rato hasta que salga mi vuelo con destino a Nairobi, Kenia, país en el que permaneceré un tiempo para realizar reportajes para Planeta Futuro, la sección de El País en la que hablamos de derechos humanos, objetivos de desarrollo del milenio de la ONU, etc.

Cuento esto porque es desde este banco y con este paisaje de gente yendo y viniendo de un país a otro donde nacen mis reflexiones, quizá ya un poco repetitivas. Siempre que estoy en un aeropuerto me da por pensar lo mismo. Aquí nos movemos todos como queremos; tenemos un bonito pasaporte y con él se nos abren todas las puertas por arte de magia. Desde que he cerrado la de mi casa esta mañana, he pasado ya por no sé cuántos controles de seguridad, mostradores de facturación, revisión de equipajes, etc que se me han abierto sin ninguna pega.

Y en estos trajines me encuentro cuando decido hacer un kit kat aquí, en Heathrow, para escribiros algo en este blog, más que nada porque es miércoles y toca. Reviso mis opciones, los temas pendientes que tengo por contar, y me encuentro, perdido entre otros mil correos electrónicos, uno de los compañeros de prensa de Amnistía Internacional en el que me avisan de que hoy, 4 de febrero, publican un nuevo informe sobre las dificultades del pueblo sirio desplazado fuera de su país para encontrar refugio en otros países.

Hagámonos una idea con estos datos: cuatro años después de que comenzara la guerra, más de 190.000 personas han sido asesinadas y más de 11 millones han huido de sus hogares: 7,6 se han desplazado dentro del país y otros cuatro se han exiliado. ¡Eso es prácticamente toda la población de Madrid! De todos ellos, el 95% han sido acogidos por cinco países: Turquía, Líbano, Irak y Egipto. Pero aún quedan unos 380.000 que necesitan asilo. De toda esa cantidad, los países del mundo con mayores recursos (la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia y países del Golfo pérsico- solo han ofrecido reasentar a 79.180, es decir, la quinta parte.

Más allá de la situación internacional, me fijo en lo que ocurre en España. En nuestro país entraron unas 3.000 personas procedentes de Siria durante 2014, y lo hicieron a través de Ceuta y Melilla. Muchas de ellas piden asilo a su llegada, pero Amnistía Internacional denuncia que, aunque las solicitudes son admitidas a trámite, no se están tomando las medidas adecuadas para llevar a cabo una acogida acorde a los estándares internacionales. ¿Por qué? Porque según la legislación vigente, los solicitantes de asilo con procedimientos admitidos a trámite deberían poder moverse con libertad por todo el territorio español, pero esto no se cumple porque Ceuta y Melilla no pertenecen al espacio Schengen. Esto, en la práctica, supone que quien pide asilo en Madrid puede irse a Barcelona si le apetece pero quien llega a esas dos autonomías de la costa africana tienen que quedarse allí esperando a que resuelva su situación. Y esto, que por ley debería ocurrir en un plazo de unos seis meses a todo tirar, se demora años. Que se lo pregunten si no a Shivan, bloguero de esta casa, que más de dos años después de aparecer por Barajas con lo puesto sigue esperando a que le digan algo.

Esta situación trae consecuencias más y menos graves. Entre las peores, recuerdo el caso de Manar, que fue publicado a bombo y platillo en varios medios nacionales, entre ellos El País. Manar llegó a Melilla por tierra, procedente de Egipto, con parte de su familia. Llegó grave. Había sufrido terribles quemaduras en todo su cuerpo después de que la bombona de butano de su cocina explotase a su lado por culpa de un bombardeo en su ciudad, Homs. Las fotos que nos llegaron a la redacción sobre su estado físico eran espantosas. Tenía grandes extensiones de su cuerpo en carne viva, no podía ni dormir por los dolores que padecía y, lo peor, no podía ser tratada en Melilla porque el hospital de la ciudad carece de unidad de quemados. Lo que se hace en estos casos es trasladar al enfermo el helicóptero hasta Málaga, pero como ella había pedido asilo en esta ciudad, quedó atrapada durante tres meses. No podía ser tratada en Melilla y tampoco podía irse fuera para recibir esa atención especializada. Su problema se resolvió gracias a la presión mediática. Fue, en realidad, una de las poquísimas veces en las que una siente que su trabajo vale para algo. Ante el revuelo formado, el Ministerio de Interior se puso las pilas y tramitó la documentación necesaria para que esta mujer y su familia pudieran viajar a la península. Dos días después de que esta historia saliera en los medios, Manar era atendida en un hospital de Barcelona y pudo dormir sin dolores por primera vez en muchos meses.

Manar Almustafa sufre graves quemaduras en el 90% de su cuerpo. / PRODEYN

Este fue el caso más grave, pero se nos quedan muchas historias personales por saber. No hay más que irse a dar una vuelta por el CETI de Melilla para darse cuenta de que tenemos un problema con la acogida de estos exiliados. Ya el pasado verano, su director, Carlos Montero, se me quejaba por la saturación que sufría el centro y reclamaba que se aligerara el proceso de envío de refugiados a la Península. Solo en el de CETI de Meillla, con una capacidad para 480 personas, permanecen más de 1.900, de las cuales 1.500 han llegado huyendo de la guerra en Siria. Recuerdo que el hacinamiento era patente: varias tiendas de campaña militares se habían desplegado en el patio del recinto para soportar este over booking que se veían abarrotadas, sin ventilación suficiente, sin sábanas y sin estar preparadas para el frío o el calor. Ya entonces había problemas porque no se podían instalar a familias enteras juntas pero Montero daba argumentos muy razonables a esto: no puedes poner a una familia completa siria, con sus mujeres y niños, a compartir habitación con otra familia y, por ende, otros hombres. Mujeres por un lado, hombres por otro. Era plato de mal gusto pero era necesario.

Ciudadanos sirios acampados a las puertas del CETI de Melilla. / Lola Hierro

Amnistía, además, denuncia ahora restricciones en el uso del agua caliente, de las duchas y de la alimentación. Montero me aseguró en su día que todo el mundo recibía sus raciones de comida diarias, y ante mi pregunta de que por qué había tantos sirios cocinando en precarias fogatas en la calle, fuera del CETI, me explicó que ellos preferían cocinar su comida, muy distinta a la que ellos podían ofrecer. Como estas familias son anónimas, es decir, no han tenido un problema que las haya convertido en mediáticas como la de Manar, deben esperar meses y meses hasta que se les traslada a la Península. Y el criterio para hacerlo es aleatorio, generalmente basado en el grado de ocupación de los Centros de Acogida al Refugiado y no en su deseo de poder trasladarse a una ciudad u otra -o ninguna-. Esta restricción en su libertad de movimientos provoca que estas personas desistan de solicitar asilo. Además, sigue sin haber una oficina de asilo en frontera a pesar de los anuncios del Ministerio de Interior y el CETI solo cuenta con una abogada y dos traductores para todos sus inquilinos.

"Si bien el Gobierno español ha apoyado financiera y técnicamente a los países vecinos de Siria, mediante la financiación parcial del Plan de Respuesta Regional de Naciones Unidas para esta crisis, la realidad es que la respuesta a las personas que huyen de la guerra y el horror deja mucho que desear", denuncia Amnistía Internacional en el comunicado que ha hecho llegar a los medios. Y la organización recuerda que el Ejecutivo sólo ha ofrecido 130 plazas para reasentar personas refugiadas procedentes de Siria entre 2013 y 2014,algo que todavía no se ha hecho, y 130 más para 2015, una minucia en comparación con el número de solicitantes actual. ¿Qué pasa con todos los que no son Manar?

Amnistía Internacional ha recogido más de 12.600 firmas a través dewww.actuaconamnistia.org para pedir a las autoridades españolas que tomen medidas para acoger adecuadamente a un mayor número de personas procedentes de Siria. Mientras escribo esto veo pasar gente y más gente por este aeropuerto londinense, gente con carta blanca para ir a un país u otro, gente que está viajando por placer o por trabajo, en su mayoría. Y me pregunto qué haría yo si me viera en una situación así, si tuviera que salir de mi país por una guerra terrible y no encontrara a quien me diera la bienvenida. Creo que no hay mejor ejercicio que ponerse en la piel del otro para entender este tipo de problemas. Nosotros tenemos pasaporte y un pico de oro muy estupendo para decir que se queden en su casa, que se vayan a otro país, queaquí no caben y que nos roban el trabajo, que con la crisis no es posible dar más presupuesto para estas personas... Yo no soy política y no sé de qué manera se podría arreglar esta situación, pero miro a mi alrededor, veo la cantidad de recursos de los que dispone Europa, su riqueza, su derroche, el consumismo bestial, el dineral que se mueve en inversiones, en negocios... Y sigo pensandoque algo se tiene que poder hacer y que lo que falta no es dinero sino voluntad política porque los exiliados no son una prioridad.

Comentarios

Un dole abrigo de un forro polar adicional, al abrigo normal del chubasquero, con gorro para la lluvia, incluido. En estos tiempos de gran invierno. No vale tampoco más de diez euros. Proverbios 31.3 y siguientes ,
Ya va siendo hora que todos los expertos del mundo tanto militares como políticos y altos representantes y especialistas en derechos humanos y conflictos se reúnan de una vez y se pongan a estudiar la forma de salir de este embrollo y locura colectiva que se está formando en este mundo; las guerras siempre han sido destructivas, se habrán hecho barbaridades, pero que esto, esta maquinación de suicidio colectivo se esté fraguando a estas alturas del siglo XXI después de la experiencia pasada durante años y años da idea hasta qué punto puede llegar la maldad humana, las mentes trastornadas que manejan lo más destructivo sólo para conseguir sus metas devastando lo que haga falta, destruyendo todo lo que se les pone por el camino, sin ética ninguna, sus únicos valores son el dinero, el poder y el sexo, todo lo demás lo desprecian y lo pisotean, se crean sus ideas y filosofías a imagen y semejanza, a su gusto, a la carta, pero ya carecen hasta de eso, sólo les vales esos tres valores, pero aún quieren otro más, el poder se les ha quedado pequeño ahora quieren ser omnipotentes, endiosarse, ser los hijos de Dios que vienen al mundo a castigar a todo aquel que no haya cumplido con su palabra, es la locura elevada al número que se quiera y más; no se puede consentir, esto lo tiene que saber las personas que sepan y puedan hacer frente a semejante sinrazón, sólo los que conocen bien las causas sabrán y tendrán que tomar las medidas oportunas o todo esto se puede escapar de las manos, el ovillo se puede liar más como ha venido liándose en los últimos tiempos, hay que hacerlo por nuestros hijos y por todos los que vendrán después, sentarse y buscar soluciones, las mejores.
Pero ¿habéis visto que niña tan preciosísima y qué ojazos tiene? anda que no está su padre orgulloso de ella, la mira encantado, ¡¡ como no se va a ir de donde está la guerra con el peligro de perder a semejante tesoro!!!
Un dole abrigo de un forro polar adicional, al abrigo normal del chubasquero, con gorro para la lluvia, incluido. En estos tiempos de gran invierno. No vale tampoco más de diez euros. Proverbios 31.3 y siguientes ,
Ya va siendo hora que todos los expertos del mundo tanto militares como políticos y altos representantes y especialistas en derechos humanos y conflictos se reúnan de una vez y se pongan a estudiar la forma de salir de este embrollo y locura colectiva que se está formando en este mundo; las guerras siempre han sido destructivas, se habrán hecho barbaridades, pero que esto, esta maquinación de suicidio colectivo se esté fraguando a estas alturas del siglo XXI después de la experiencia pasada durante años y años da idea hasta qué punto puede llegar la maldad humana, las mentes trastornadas que manejan lo más destructivo sólo para conseguir sus metas devastando lo que haga falta, destruyendo todo lo que se les pone por el camino, sin ética ninguna, sus únicos valores son el dinero, el poder y el sexo, todo lo demás lo desprecian y lo pisotean, se crean sus ideas y filosofías a imagen y semejanza, a su gusto, a la carta, pero ya carecen hasta de eso, sólo les vales esos tres valores, pero aún quieren otro más, el poder se les ha quedado pequeño ahora quieren ser omnipotentes, endiosarse, ser los hijos de Dios que vienen al mundo a castigar a todo aquel que no haya cumplido con su palabra, es la locura elevada al número que se quiera y más; no se puede consentir, esto lo tiene que saber las personas que sepan y puedan hacer frente a semejante sinrazón, sólo los que conocen bien las causas sabrán y tendrán que tomar las medidas oportunas o todo esto se puede escapar de las manos, el ovillo se puede liar más como ha venido liándose en los últimos tiempos, hay que hacerlo por nuestros hijos y por todos los que vendrán después, sentarse y buscar soluciones, las mejores.
Pero ¿habéis visto que niña tan preciosísima y qué ojazos tiene? anda que no está su padre orgulloso de ella, la mira encantado, ¡¡ como no se va a ir de donde está la guerra con el peligro de perder a semejante tesoro!!!

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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