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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Atentados terroristas

Parece ser que cuando Hitler invadió Dinamarca y dio la orden de que todos los judíos debían llevar en su ropa de forma visible la estrella de David, el rey de ese país salió a pasear por la ciudad en bicicleta llevando él mismo la mencionada estrella, lo que tuvo el efecto de ser imitado por todos sus conciudadanos y, por tanto, neutralizar la orden nazi. En ese mismo sentido debería, en mi opinión, haber reaccionado en su totalidad la prensa que se supone defiende la libertad de expresión, poniendo en portada no la imagen del terrorista ejecutando a su pobre víctima, que constituye casi una forma de trágica publicidad, sino la de la caricatura con la que perversamente justifican su masacre.

Desgraciadamente, je suis Charlie es una frase que queda muy bien, pero Charlie está muerto y los demás estamos aquí.— Asunción Cabrera.

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El objetivo de los terroristas no es matar, sino causar terror. Los asesinatos o los atentados son medios para conseguir infundir miedo y así crear las condiciones del chantaje para someter a la sociedad. Las declaraciones posteriores de los líderes terroristas o los vídeos de ejecuciones forman parte de la misma estrategia y pretenden sacar rédito de la acción violenta, amplificando la sensación de amenaza a través de los medios de comunicación. La coincidencia del atentado de París con los de Boko Haram en Nigeria, que causaron 2.000 muertos, demuestra que la rentabilidad de un atentado no depende de la gravedad del mismo, sino del impacto mediático logrado. Sospecho que los terroristas son muy conscientes de esta circunstancia. La puesta en escena de los grupos yihadistas es mucho más elaborada de lo que pueda parecer a primera vista. EI y Al Qaeda parecen librarse últimamente a una siniestra competencia para ver quién tiene más éxito a la hora de horrorizar al público occidental. No se me ocurre otra explicación a las sofisticadas y siniestras decapitaciones de rehenes o las ejecuciones llevadas a cabo por niños, que el propósito de despertar nuestros peores fantasmas. Me pregunto el efecto que tendría simplemente mirar para otro lado. Considero que una medida simple y eficaz para luchar contra el terrorismo sería llegar a un acuerdo para limitar su presencia en los medios de comunicación. Al menos, prescindir de la difusión de contenidos violentos o amenazantes que, al fin y al cabo, no tienen ningún valor informativo. Si les negamos la posibilidad de difundir su mensaje y les privamos de público, quizá lográsemos desactivar parte de su estrategia.— Javier Maestrojuán.

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