¿Para qué sirve la cooperación cuando los países se hacen ricos?
Esta entrada a sido escrita por Juan Ramón García Molina, delegado de la Fundación CODESPA en Angola.
Imagen de Luanda. Foto: Fanele Chester.
¿Cuál es el papel de las ONG internacionales en "El Dorado" africano? ¿Qué sentido tiene combatir la pobreza en el país que más creció en el mundo en la primera década del nuevo milenio? ¿No supone la presencia de dichas ONG un perverso incentivo para que el Estado angoleño y sus contribuyentes no asuman sus responsabilidades? ¿No cuenta Angola con recursos suficientes para enfrentar por sí misma sus problemas?
Angola vivió el conflicto armado más largo de África. Cuatro décadas de destrucción han invertido el cuadro del país: de ser exportador neto de alimentos (por ejemplo, tercer exportador mundial de café) a importar muchos de los alimentos básicos y el 80% de los bienes de consumo. Luanda, la capital del país, se ha convertido en la ciudad más cara del mundo y pese a que Angola ya es un Estado de renta media-alta para el Banco Mundial, la situación social en muchas provincias sigue siendo alarmante. En algunas provincias, como la de Huambo, el 90% de la población vive en situación de inseguridad alimentaria. Y es que el PIB per cápita nunca podrá ser una medida representativa de un Estado como Angola dada su enorme heterogeneidad territorial (más del doble de extensa que España), social (el coeficiente de GINI, que se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos dentro de un país, se sitúa en el 0,55) y productiva (el 40% del PIB procede de la extracción de hidrocarburos en dos de las dieciocho provincias del país).
Pese a la crudeza de los indicadores sociales, las ONG internacionales se ven obligadas a abandonar Angola por la caída de las donaciones desde Occidente y por los altos costes que sus intervenciones en terreno conllevan. No obstante, su papel sigue siendo necesario porque el país arrastra déficits estructurales y grandes vulnerabilidades. No es acertado pensar que el crecimiento económico de Angola es sostenible si no se combaten inmediatamente y con éxito tales condicionantes, sobre todo, en el actual escenario de caída brutal del precio del crudo. La diversificación económica es más perentoria que nunca y el Ejecutivo vuelca sus esfuerzos en dicho objetivo. No cabe duda que la cooperación para el desarrollo puede ayudar a Angola a sobrepasar sus debilidades estructurales.
No obstante, no toda intervención es válida ni justificada y hasta podría ser contraproducente. Es imprescindible que sean concebidas como instrumentos para estimular y complementar las capacidades del Estado angoleño para enfrentar sus propios problemas. Además, han de ser muy selectivas identificando los cuellos de botella que bloquean la senda del progreso. Aunque los esfuerzos del Ejecutivo son apreciables, aún queda camino para llegar a la pretendida universalidad de las políticas sociales y, por tanto, hay ciertos sectores fuera de su ámbito. Es imprescindible que las ONG internacionales sean socias del Estado angoleño en el objetivo compartido del combate a la pobreza para reforzar sus capacidades y continuar la senda de un desarrollo más inclusivo.
En definitiva, las ONG internacionales aún tienen un papel en Angola. No han de asumir responsabilidades ajenas pero sí deben trabajar codo con codo con el Estado angoleño en metas conjuntas. Deben fortalecer las mermadas capacidades delEstado y de la sociedad civil tras el efecto devastador de las sucesivas guerras en aspectos consustanciales para el desarrollo del capital humano o las infraestructuras. Es así como conseguiremos una Angola que no sólo crezca más, sino que distribuya mejor.
Para denunciar el olvido que está sufriendo Angola, desde Fundación CODESPA salimos a la calle para demostrar que a los españoles nos sigue importando Angola. Puedes ver el resultado aquí:
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