Simún: el viento rojo y abrasador del Sáhara
Las corrientes tormentosas extremadamente cálidas y secas son típicas de los desiertos
Entre los meses de junio y agosto en la zona comprendida entre el Sáhara, Palestina, Jordania, Siria y los desiertos de Arabia existe el conocido y muy temido ‘simún’ (o simoon, el viento rojo del Sáhara). De entrada, es un viento extremadamente cálido y seco puesto que su temperatura puede superar los 50-54ºC y su humedad no es superior al 10%. No es de extrañar el origen de su nombre, que proviene de la palabra árabe ‘samûn’ (de samm, que significa ‘viento venenoso’). Encontrarse con él debe de ser lo más parecido a adentrarse en el infierno ya que las personas que se quedan atrapadas en sus entrañas pueden morir por asfixia o hipertermia (golpe de calor). Puede llegar a enterrar casas, carreteras y, todo lo que encuentra a su paso. No se puede luchar ni hacer nada contra él, solo buscar un lugar donde refugiarse y esperar que calme su furia. Cuenta Heródoto (historiador y geógrafo griego que vivió entre el 484 y el 425 a.C) que el ‘simún’ se llegó a tragar al pueblo de los psilos y también sepultó un ejército entero del rey persa Cambises II en su camino al oasis de Siwa.
Las tormentas que producen el ‘simún’, tienen estructuras rotatorias semejantes a un ciclón, es decir, que se desplazan con rapidez circulando en sentido contrario a las agujas del reloj, generando estos muros de arena que pueden llegar a transportar este polvo desde los desiertos africanos hasta algunas islas del Caribe o Europa. Ejemplos claros de estos desplazamientos de polvo en suspensión son la calima que, desde el Sáhara o el Sahel, llega a las islas Canarias cuando los vientos dominantes soplan de este a oeste y las ‘lluvias de barro’, conocidas también como ‘lluvias de fango o de sangre’. Estas se producen especialmente en la Cuenca Occidental del Mediterráneo cuando los vientos tienen dirección sur-norte.
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