Todos tenemos algo de Nicolás
Es curioso el caso de Francisco Nicolás Gómez, el joven que se ha hecho pasar por asesor de la vicepresidenta del Gobierno, que “ha negociado favores” a destacados empresarios, que ha asistido a cenas con personalidades... y que ha resultado ser un embaucador.
Su afán por “arrimarse” a las altas esferas de la política española, hito logrado con éxito, le llevó a presumir de ser un “tío” importante. Quizá, sus primeras intenciones no tenían más afán que aparentar y aprovechar sus habilidades para llegar más lejos, pero el exceso de vanidad hizo que acabara con prácticas poco honestas. Urdió un plan descerebrado con la finalidad de estafar a muchas personas haciendo uso de su supuesta posición privilegiada. Con sus habilidades y con la excusa de actualizar el móvil de alguno de los personajes de los que se ganó la confianza, aprovechó para obtener hasta el teléfono del Rey. Al chico se le ha ido el asunto de las manos, pero ¿no es cierto que presumir de que conocemos a éste o a ése otro personaje forma parte de nuestro ADN?, ¿acaso no todos tenemos algo de Nicolás?— Mario Nohales Requena.
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