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Las cuentas de los reyes de Holanda, a debate en el Parlamento

Al malestar por el elevado coste de la casa de veraneo de Guillermo Alejandro y Máxima se suma una cifra millonaria por la renovación de tres palacios

Isabel Ferrer
Máxima y Guillermo Alejandro de Holanda, durante la apertura del año parlamentario en Holanda, a mitades de septiembre.
Máxima y Guillermo Alejandro de Holanda, durante la apertura del año parlamentario en Holanda, a mitades de septiembre.CORDON PRESS

“Tenemos en Holanda un monarca que renueva palacios y compra villas de veraneo”. Así ha resumido Alexander Pechtold, líder de los liberales de izquierda de Holanda, la impresión que le ha producido leer el presupuesto oficial reservado para las obras emprendidas en los domicilios de los reyes Guillermo Alejandro y Máxima. Estas son la cifras que el político considera “desorbitadas”: 35 millones de euros por la rehabilitación de Huis ten Bosch, un palacio situado en un bosque de La Haya, su futura vivienda y oficina; 8 millones de euros por la puesta al día de Noordeinde, otro palacio más pequeño en el centro urbano, y 3,7 millones más por una casa cercana, de cuando era príncipe y aprovechada ahora por su madre, la anterior reina y hoy princesa Beatriz. Como el primero está cerrado y los otros dos no se usan de noche, el soberano dispondrá en breve de un pabellón provisional en el jardín de su hogar. El problema es que este anexo costará 400.000 euros y luego ya no servirá para nada. Un detalle picante que deberá ser aclarado, junto con el resto del presupuesto, en el curso de un pleno del Parlamento convocado para este martes.

Para preparar el terreno de una jornada que se prevé tensa, el primer ministro, Mark Rutte (liberal de izquierda), ha puntualizado que el rey “es muy eficiente y trabaja incluso fuera de horas de oficina; en su caso, la esfera de lo público y lo privado está cada vez más unida”, ha dicho. También ha recordado que los palacios son patrimonio estatal, y la renovación debe interpretarse como una inversión. Con el país superando apenas la crisis, la coalición de centroizquierda (liberales y socialdemócratas) que gobierna espera que Rutte salga airoso de una cita con cierto tabú. En la austera Holanda, azote de socios comunitarios en apuros, como Grecia y España, los gastos de la familia real son discutidos con sordina.

Esta vez, sin embargo, el Parlamento está molesto. Sobre el papel, los gastos oficiales de la monarquía corren por cuenta del Estado. Guillermo cobra 825.000 euros libres de impuestos y 4,4 millones para gastos de personal y material. Las aficiones y vacaciones particulares salen de su bolsillo. Pero en la práctica, ha habido gastos adicionales que han irritado a los holandeses. El más reciente se deriva de la protección de su actual villa de veraneo en el Peloponeso griego. Adquirida en 2012, a título particular, por 4,5 millones de euros, ha generado críticas entre los ciudadanos y los medios de comunicación por sus costes de protección. Al final, Guillermo y Máxima han abonado la mitad de los 461.000 euros pedidos por el terreno colindante para instalar una valla. El resto lo sufraga el Estado. Según la cadena televisiva holandesa RTL 4, la parcela solo valía 35.000 euros, pero la dueña consiguió aumentar considerablemente esa cantidad dada la importancia estratégica del terreno. “¿Es para garantizar la seguridad del rey o para que atraque mejor su lancha motora?”, preguntó al Gobierno el jefe liberal, Alexander Pechtold.

Con unos índices de popularidad que se mantienen en el 80%, ambos monarcas siguen estando bien arropados por la ciudadanía. Eso sí, los 40 millones de euros -según los Presupestos Generales del Estado de 2014- que costará la casa real holandesa, de la que también forma parte la antigua reina Beatriz, genera siempre la misma pregunta: ¿por qué tributan solo por sus bienes privados, y no por su sueldo y derechos de sucesión?

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