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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Impuestos a la fuga

La elusión fiscal de las multinacionales exige una armonización fiscal por áreas económicas

La fiscalidad de las multinacionales se ha convertido en un grave problema para el equilibrio económico internacional. Las compañías transnacionales hacen uso de esquemas de ingeniería financiera para evitar el pago de impuestos: unos, de elevada sofisticación; otros, aprovechando simplemente las diferencias de tributación entre países, incluso entre los de una misma zona económica; desvían la declaración fiscal hacia paraísos o naciones con baja fiscalidad. El quid de la cuestión está en que las multinacionales operan con criterios de unidad empresarial y pueden por lo tanto desplazar sus declaraciones de beneficios allá donde les convenga, mientras que las Haciendas nacionales son múltiples y están descoordinadas.

La reunión del G-20 en Australia ha dado por fin algunos pasos para corregir una situación que, acertadamente descrita por el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, está convirtiéndose en un problema político. Los ciudadanos advierten ya la profunda discriminación fiscal que beneficia a las multinacionales frente a los contribuyentes individuales o las empresas que no pueden escapar a la imposición local. Por lo tanto, hay que celebrar como se merece la propuesta de la OCDE de que las multinacionales estén obligadas a informar sobre su negocio de forma segregada por países, con detalle de activos, beneficios, tributos satisfechos, plantillas, derechos de propiedad y otros intangibles. La propuesta pretende que los Gobiernos dispongan de la información adecuada para actuar en consecuencia cuando se considere que hay fugas fiscales indebidas.

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El principio hacia el que debe aproximarse la fiscalidad mundial es a que las empresas tributen allí donde obtienen el beneficio. Pero este criterio está lejos de cumplirse hoy. A las enormes facilidades para la movilidad fiscal, las empresas de comercio electrónico, por ejemplo, añaden una indefinición natural sobre dónde se generan los beneficios. Corre cierta prisa construir normas respetadas y aceptadas que pongan fin a las fugas fiscales.

Las iniciativas que salen del G-20 son satisfactorias, pero distan de suponer una solución definitiva al problema. Para conseguirla sería necesario armonizar la tributación en las áreas económicas y llegar rápidamente a acuerdos entre zonas y países para bloquear las fugas. En Australia se ha expuesto el problema y se avanzan algunas soluciones que, desgraciadamente, se concretarán con mucha lentitud.

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