El sufragio obligatorio
No son pocos los países que tienen en su ordenamiento jurídico el sufragio obligatorio. Es debate que me gustaría plantear, especialmente después de la gran acogida que han tenido las opciones radicales en estas últimas elecciones europeas.
Siempre he abogado por un voto libre, la libertad de votar es un derecho y no debería ser una obligación. El problema surge, a mi entender, cuando una gran parte de la sociedad, posiblemente desanimada con el panorama político actual, no ejerce ese derecho.
Y digo que es un problema, porque, lamentablemente, los radicales nunca se encuentran entre este colectivo de gente, siempre sacan un rato para ir a las urnas para votar a sus líderes totalitarios, ya sean de izquierdas o de derechas.
A consecuencia de esto, puede ocurrir, de hecho, lamentablemente lo que ya ocurrió en la Alemania nazi, que un partido ultra gane unas elecciones con un 40% de los votos habiendo votado por ejemplo un 35% de la población. El concepto es simple en términos numéricos, si de 100 millones de personas votan 35 millones y de estos 35 votan “radicalismo” 14 millones. ¿Significa eso que 86 millones quieren estar gobernados por un Gobierno radical?, seguramente no, pero seguramente esos 14 millones no falten nunca a las urnas, mientras que esos otros 86 se queden en su casa. Cómodamente viendo el televisor.
El sufragio obligatorio no es la panacea de la democracia, es más, sería una manera de castigar a los ciudadanos por la irresponsabilidad que hemos demostrado. Muchos han clamado por la escasa representatividad que tenemos los ciudadanos en la escena política actual, y lo poco que vale nuestra opinión, pero ya hemos visto el resultado que hemos ofrecido como sociedad cuando hemos tenido la opción de cambiar algo a través de las urnas y nos hemos quedado en casa viendo la tele.— Rafael Soto Santos.
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