Un 'boxer' para Bogey y Bacall y otras historias perrunas de Hollywood
No todas las estrellas de Hollywood son bípedas. A veces, algunas que caminan a cuatro patas son incluso más rentables que divas y figuras. E imperecederas -al menos hasta el momento-, saltan de generación en generación sin inmutarse, sin envejecer, sin generar polémicas. Son los perros de la meca del cine. Desde Pluto hasta Uggie, el perro de The Artist. Reales o imaginarios. Estrellas o compañeros. Todos mejoran la imagen del humano que les toque tener al lado.
Más de un centenar de fotografías en blanco y negro (del archivo de la John Kobal Foundation) pasean sobre la historia perruna de los años dorados de la meca del cine en el libro Hollywood Dogs (ACC Editions, 2013) que se puede encontrar en España. Fueron tomadas entre 1920 y 1960 y muchas de ellas son inéditas, según mantienen los editores.
Frank Sinatra o Elizabeth Taylor. Bing Crosby u Olivia de Haviland. Todos, en algún momento, fueron fotografiados con pequeños o grandes ladradores. En la mayoría de los casos, eran sus mascotas, como Mr. Famous, el yorkshire terrier de Audrey Hepburn con el que se paseaba en bicicleta por los estudios y que aparecíó en un cameo con la actriz en Una cara con ángel (1957).
Harvey fue el boxer regalo de boda para Humprey Bogart y Lauren Bacall y que, como cuenta el libro, sabía latín: "Era realmente listo", recordaba después la recientemente fallecida actriz, "no le estaba permitido estropear los muebles, así que ponía solo dos patas a un tiempo sobre ellos y se sentaba entre los dos si habíamos tenido una pelea". Las fotografías se acompañan siempre de detalles de la relación de las estrellas con los animales: así nos enteramos de que Ava Gardner siempre tenía perros de la misma raza, el corgi galés de Pembroke y coleccionaba cientos de fotos de sus animales. De uno de los últimos, Cara, decía: "Solía morder a los fotógrafos en los aeropuertos, igual que su dueña".
Clark Gable, en su coche con un setter inglés. El actor tuvo varios setter ingleses e irlandeses a lo largo de su vida, algunos campeones. MGM, 1936 CLARENCE SINCLAIR BULL
El libro es una mina que satisface a partes iguales a mitómanos, cotillas, cinéfilos, aficionados a la fotografía y locos por los perros. A veces los canes eran compañeros de trabajo: Pookles fue un regalo de Orson Welles a su esposa Rita Hayworth, y el cocker spaniel compartió alguna vez escenario con la actriz. Durante la década de los 40, la raza de Pookles fue inmensamente popular en Estados Unidos. Así se reflejan en las decenas de fotografías de canes con largas orejas.
Muchos perros eran una especie de detalles por amor: como el hermosísimo braco de Grace Kelly, obsequio de su hermano con motivo de su boda con el príncipe Rainiero o el cachorro de boxer (otra de las razas que más aparecen en el libro) que un fan regaló a Tony Curtis durente el rodaje de una película en Las Vegas.
El autor del libro, Robert Dance, asegura en el prólogo que la industria estadounidense se dio cuenta rápidamente de que la popularidad de sus estrellas mejoraba cuando un can paseaba a su lado: “Los hombres eran fotografiados al lado de animales fuertes. Y las mujeres, junto a las criaturas más delicadas”.
Elizabeth Taylor, devota de sus perros toda su vida, tratando de bañar a Amy, su cocker spaniel. MGM, 1950.
William Secord es, con su galería, la mayor autoridad del mundo en la representación artística del can desde el siglo XVIII y hasta hoy; y es también el autor del prólogo. Emocionado por haber podido escribirlo, asegura que cada una de las fotografías cuenta una historia que ayuda al lector a identificarse con las estrellas: “Pero en última instancia, depende de nosotros completar cada imagen e imaginar el amor que había entre actores y mascotas. Y nos recuerda a nuestros propios perros, que son, por supuesto, los más queridos de todos”.
Victor Mature en la grabación de un anuncio de comida para perros con su boxer Genius II. 20th Century Fox, 1947.
Cuenta Dance que todavía hoy hay nombres de perros que rivalizan con celebridades históricas: Rin Tin Tin o Lassie con Chaplin o Garbo. Los ladridos empezaron a entrar en el cine cuando aún no se les podía oir. En algunos títulos fueron mascotas, en otros, cabezas de cartel. “El pastor alemán Rin Tin Tin era una gran estrella para la Warner, apareció en casi treinta películas”, escribe Dance en la introducción.
“Las leyendas dentro del mundo de la Academia, narran que para uno de los primeros premios Oscar, Rin Tin Tin tuvo más votos que cualquier humano para llevarse la estatuilla al mejor actor”, explica el autor. Aunque el pastor alemán no era elegible, se convirtió en un héroe para toda una generación de niños que crecieron viendo las aventuras del can, francés de nacimiento y llevado hasta Estados Unidos por un soldado que volvía a casa tras la Segunda Guerra Mundial.
Su fama mantuvo al completo las arcas de la Warner Bros; en general, para Dance, los perros eran un buen negocio para los estudios de cine. Tanto, que en 1927 se creó la Escuela de Formación del Perro de Hollywood, que todavía sigue funcionando: “No eran temperamentales, nunca se metieron en problemas que hicieran peligrar la carrera de guapas ingenuas ni playboys. Nunca les salieron arrugas y eran intercambiables. Los hijos, nietos y bisnietos de los protagonistas podían seguir después de que el perro original se hubiese retirado”, relata Dance.
Tony Curtis con Janeth Leigh en 1953 (Universal). Curtis se había entrenado como acróbata antes de ser actor. En esta fotografía enseña a su perro a mantener el equilibrio como en una actuación circense.
Qué parte del dinero era para el entrenador y qué parte para el dueño es algo que Dance no tiene claro, aunque asegura que Lassie llegó a cobrar más que Elizabeth Taylor cuando ambos estaban recién llegados a Hollywood y grabaron Lassie, la cadena invisible.
Además de Rin Tin Tin y Lassie, en el recuerdo común de millones de cinéfilos está Toto, un cairn terrier llamado Terry que caminó por el mundo de Oz junto a Judy Garland; o Asta, la mayor estrella canina después de la muerte de Rin Tin Tin, que llegó a compartir dirección con Cary Grant. Aunque el libro recorre la década de los 50, nombres como Benji o Beethoven son parte de millones de infancias. De millones de vidas.
Fotografía que abre esta entrada: Humphrey Bogart y Lauren Bacall. El boxer Harvey fue el regalo de boda a la pareja del premio Pulitzer Louis Bromfeld. Warner Brothers, 1946.
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