Bajo presión
La UE supera el letargo espoleada por el conflicto ucranio, pero posterga la economía
La UE vive la situación más delicada de su historia. Bajo la presión del conflicto con Rusia, el más preocupante para Europa desde la guerra fría, y enfrentada a la amenaza de un nuevo estancamiento económico, sus líderes han pactado por fin quiénes ocuparán los principales puestos de las instituciones comunitarias. El equilibrio consensuado —territorial e ideológico— responde a las necesidades habituales de un club con 28 miembros y sensibilidades muy variadas. A la vez, la Unión construye una estructura política a la medida de la coyuntura exterior, aplazando, una vez más, la toma de decisiones para afrontar la difícil situación económica.
La elección del conservador polaco Donald Tusk como presidente del Consejo Europeo y de la socialdemócrata italiana Federica Mogherini como la jefa de la diplomacia incide en el reparto ideológico. Su desembarco en Bruselas es un positivo espaldarazo a Polonia. Diez años después de que entrara en la UE, Polonia, cuya economía constituye una excepción y progresa de forma notable, pisa fuerte en Europa. Tanto el país como su todavía primer ministro se han ganado el respeto de sus socios, que han sustanciado la reclamada sensibilidad hacia el Este y, sobre todo, hacia el gran país del antiguo bloque comunista. No es solo un acontecimiento histórico. Es también una decisión adecuada cuando el belicismo de Rusia ha convertido el conflicto ucraniano en una verdadera amenaza para la seguridad del continente.
Polonia apuesta por la mano dura frente a Putin, pero es consciente de la necesidad de convivir con Moscú. El endurecimiento de las sanciones impuestas hasta ahora a Putin no han servido para pararle los pies. Con el contrapeso que supone Tusk, quizá Mogherini, acusada de ser demasiado condescendiente con Moscú, encuentre el equilibrio que Europa necesita para tejer acuerdos y rebajar la tensión. Siempre mediante el diálogo, pero haciendo saber a Rusia que le puede salir caro todo paso que incremente su ya intolerable intervencionismo, empeñado en torpedear el acercamiento de Kiev a Europa.
Pendiente queda la elección del gabinete de comisarios y la adopción de políticas que saquen a Europa del estancamiento, el elevado desempleo y la baja inflación. Frente a la emergencia, sobre la que están incidiendo los socialdemócratas, los líderes han aplazado toda decisión para una cumbre especial en Italia en octubre. Otro aplazamiento. Otra mala señal.
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