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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

“Cuando tienes a tu hijo sufriendo fuera, se suavizan tus posiciones”

Un grupo de inmigrantes hace cola para subir a un autobús de la Guardia Civil en Tarifa para ser trasladado a Cádiz. / A.Carrasco Ragel (EFE)
Un grupo de inmigrantes hace cola para subir a un autobús de la Guardia Civil en Tarifa para ser trasladado a Cádiz. / A.Carrasco Ragel (EFE)

AUTOR INVITADO: J. JIMÉNEZ GÁLVEZ

Las pateras han vuelto al Estrecho de Gibraltar camino de Europa. A un ritmo nunca antes conocido. Y, con ellas, la inmigración irregular ha regresado en pleno agosto a las portadas de los periódicos y a los titulares de los informativos de televisión y radio. Por tercera vez este año: tras las muertes de la playa de Tarajal (Ceuta) y el aumento del número de saltos en la valla de Melilla. Pero, pese a esa mayor exposición pública y "al alarmismo del Gobierno" —en boca de las ONG—, los españoles tienen muy claro que la inmigración no es uno de los principales problemas del país.

El sondeo mensual del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que la preocupación de los ciudadanos por este fenómeno continúa en mínimos [gráfico adjunto]. En el barómetro del pasado julio, el último confeccionado por la institución, apenas un 2,8% de los encuestados citaron la inmigración como uno de los tres principales problemas de España. Un porcentaje que volvía a bajar tras repuntar ligeramente en marzo de este año, cuando se elevó hasta el 5,1% tras la tragedia de Tarajal. Antes, en febrero, se había situado en el 2,1%. Y el índice llevaba desde diciembre de 2012 por debajo de 4%, además de marcar en mayo de 2013 el dato más bajo de toda la serie histórica (1,5%), confeccionada desde 2000.

"Estas subidas y bajadas tienen mucho que ver con el mensaje que se transmite desde los medios de comunicación. El mes que viene, tras esta nueva llegada de pateras, esperamos algún repunte", resalta Mikel Mazkiaran, portavoz de SOS Racismo. Aunque, eso sí, quedan las actuales cifras muy lejos de los niveles registrados tras la denominada crisis de los cayucos de 2006: cuando la inmigración se consideró en septiembre como el principal problema del país y alcanzó su máximo histórico, 59,2%. Y, también, quedan lejos de los porcentajes contabilizados en plena bonanza económica: cuando siempre se mantuvo por encima del 10%, desde enero de 2001 a septiembre de 2011, a excepción de solo seis meses no consecutivos.

Para explicar la caída de la consideración de la inmigración como un problema, los expertos apuntan varias causas. Pablo Pumares, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Almería, ya señaló que "comparado con el número de inmigrantes que desembarcaban en España hace menos de una década son pocos los que llegan ahora". En esa tesis ahonda la secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Estrella Galán: "La gente tiene capacidad de análisis y observa que la gran ruta de entrada en la Unión Europea no es España y Portugal, que representa el 6%". "Por Italia y Grecia acceden el 65% de los migrantes. La presión no está hoy en nuestras fronteras", remacha la representante de la ONG.

El contexto español, además, ha cambiado mucho en la última década a consecuencia de la crisis económica. El país ha pasado de atraer extranjeros a exportar nacionales. En 2013, por ejemplo, la inmigración cayó un 4,3% y la emigración aumentó un 22,7%; según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). El saldo migratorio, a su vez, se mantiene negativo desde 2011. Es decir, se van más personas de las que llegan. "Y la tendencia parece que continuará hasta la década de los 20", apostilla Galán.

Todas estas variaciones, desde luego, han influido en la caída de los porcentajes registrados por el CIS. "Es demasiado prematuro saber si también ha incidido en ello cómo la población española concibe el trato que reciben sus ciudadanos en el extranjero", continúa Mazkiaran. Aunque la portavoz de CEAR considera claro que "cuando tienes a tu hijo sufriendo fuera, se suavizan tus posiciones".

José María Jiménez Gálvez es periodista de El País

Comentarios

El drama personal se da cuando en el país de origen no se puede salir adelante según las personas esperamos, y según esperamos que debemos vivir.Y cuando se conoce que en otros sitios hay posibilidades de encontrar una forma de vida dentro de unos mínimos sociales, quienes pueden, se arriesgar a buscar mejoras para su futuro inmediato.Un drama que está costando muchas vidas humanas perdidas como un desastre imparable.Que afecta a una cantidad enorme de países sumidos en una situación de guerras, atrasos, enfermedades, y mucha miseria, sin horizontes ni posibilidades.De donde huyen las personas.Buscando el respeto, los derechos, la cultura y avances sociales aun a costa de sus vidas.Quizás pensando luego de visto el recorrido, que es allí en su origen donde está su verdadera riqueza. Y que es transformando con trabajo y con lucha responsable la realidad adversa como se consiguen los logros que otros ya tienen.Conquistando los derechos cada cual en su origen.
El drama personal se da cuando en el país de origen no se puede salir adelante según las personas esperamos, y según esperamos que debemos vivir.Y cuando se conoce que en otros sitios hay posibilidades de encontrar una forma de vida dentro de unos mínimos sociales, quienes pueden, se arriesgar a buscar mejoras para su futuro inmediato.Un drama que está costando muchas vidas humanas perdidas como un desastre imparable.Que afecta a una cantidad enorme de países sumidos en una situación de guerras, atrasos, enfermedades, y mucha miseria, sin horizontes ni posibilidades.De donde huyen las personas.Buscando el respeto, los derechos, la cultura y avances sociales aun a costa de sus vidas.Quizás pensando luego de visto el recorrido, que es allí en su origen donde está su verdadera riqueza. Y que es transformando con trabajo y con lucha responsable la realidad adversa como se consiguen los logros que otros ya tienen.Conquistando los derechos cada cual en su origen.

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