Cara a y cara b
Si Miami fue el paraíso para latinoamericanos en décadas anteriores, hoy Madrid empieza a competir con la capital de Florida, incluso a superarla
Parece consolidarse una tendencia: ¿es Madrid la nueva Miami? Si la capital de Florida fue el paraíso en la tierra para latinoamericanos en décadas anteriores, hoy a Madrid empiezan a roncarle los motores, como dicen los venezolanos de algo que compite y la mayoría de las veces supera y gana.
¿Qué puede gustarle tanto a los latinoamericanos de la capital de España? “Que lo entienden todo y no tienen que pedir que se lo repitan otra vez”, apunta un asesor encargado de velar por las finanzas de muchos latinos recién llegados. “Y que comprarse un piso en Madrid tiene ahora más caché y mejor precio. Está considerada la mejor lavadora del momento”, subraya.
Comprarse un piso en Madrid tiene ahora más caché y mejor precio
La tendencia empezó a ganar fuerza en la gala benéfica de Eva Longoria en Marbella, donde las mayores pujas no las hicieron los rusos, sino unos sonrientes empresarios mexicanos que gastaron 60.000 por vivir una “experiencia” con Eva Longoria y su actual novio, el presidente de Televisa, la poderosa cadena de televisión azteca. Al día siguiente la señorita Pitti lo recordaba en el coche que nos llevaba de vuelta al AVE. El chófer no pudo evitar intervenir: “Definitivamente vivimos en mundos distintos”, empezó creando silencio en el automóvil. “Estoy en paro desde hace dos años, acepté esta oferta para ver si me salía algo como chófer. Mi esposa enfermó y cuando regresó de su baja, la empresa le dio el finiquito. Escucharlos hablar de beneficencia y experiencias por 60.000 euros, es otro mundo”, nos dijo, aparcándonos aún más en el mutismo. Mi marido, contagiado por el espíritu filantrópico, recabó una propina generosa entre el pasaje. Aun así nos quedamos con el mal cuerpo que la realidad te deja cuando canta.
En el concierto de Alejandro Fernández en el Teatro Real de Madrid fue otra experiencia con un poquito de lo mismo. Convocatoria estelar para reencender el idilio entre España y México. Mientras se ofrecían cava, vino y tequila en el restaurante del teatro, alguien dejó caer la bomba que esa noche sería la última del lujoso local. “Estamos trabajando aquí por ultima vez, señor”, me confirmó uno de los camareros, sorteando entre canapés, estrellas del ¡Hola! y de O. T. Al parecer el restaurante llevaba meses semivacío. “Los únicos que venían eran tres o cuatro políticos, porque al no haber otros clientes, nadie se enteraba. En lo que salga el último de ustedes”, alcanzó a decirme, “lo recogemos todo”. Fin de una era.
Unos sonrientes empresarios mexicanos gastaron 60.000 euros por vivir una “experiencia” con Eva Longoria
Cada fiesta a tiene una cara b. Cara y cruz. Para refrendar el empuje de los latinoamericanos solventes en nuestro país se promociona estratégicamente el tequila como el nuevo gin-tonic. En la fiesta posconcierto, ofrecían no solo mariachis, sino también el licor mexicano. Una experta en las relaciones públicas confesó que el drama del tequila es que uno te sienta bien, el segundo te hace volar y el tercero no te devuelve bien a ninguna parte. Pero el mensaje quedó claro: los mexicanos arropan con su comida y música todo lo que se mueva. “En eso saben más que nosotros”, decía la experta. “¿Te imaginas si lleváramos jamón con nuestro cine?”.
Dulce y millonaria fue la llegada de James Rodríguez al Real Madrid, retransmitida en directo por la televisión nacional de Colombia. Curiosamente el mismo día que se celebraban 45 años de la llegada del hombre a la Luna. Colombia y Perú fueron los grandes virreinatos, a su manera los primeros satélites. Hoy son los hijos los que reactivan todo en la madre patria. El fútbol, la inmobiliaria y el amor. “El varón colombiano está por descubrir”, me comenta una lengua que sabe mucho de caballeros latinoamericanos, “calientes y canallas cuando te enamoran. Fríos y distantes cuando te castigan”. Rodríguez está casado, pero seguro que fuera del campo aparece alguien dispuesto a enseñarnos su cara a y su cara b.
Si Hillary es la cara a, Monica indudablemente es la cara b
La cara de Monica Lewinsky está de repente en todas partes. ¿Estará relacionado con el inminente anuncio de que Hillary Clinton será candidata a la presidencia de Estados Unidos? Si Hillary es la cara a, Monica indudablemente es la cara b. Monica, que se hizo célebre por haber practicado sexo oral con Bill Clinton en el Despacho Oval, expresó recientemente que las feministas no hicieron nada por defenderla, más bien la humillaron repitiendo los chistes que hacían burlas de su físico y de su situación. Monica también recordó a Hillary que salvó su matrimonio a costa de convertirla a ella en una muñeca rota. “Nunca me ha tratado como una mujer”. Monica plantea que si Clinton mintió al país acerca de ella, Hillary se miente a sí misma negándola, evitando cualquier pregunta sobre ella en las entrevistas. Atención, Hillary: Monica es la más peligrosa de las mujeres marcadas de la Casa Blanca. Es una mancha. Su sonrisa aviva el recuerdo de dulces momentos pasados en el despacho presidencial y del vestido azul que no envió a la tintorería porque tenía un ADN imborrable en su manga. Estos largos años de silencio, esperando su turno para levantar esa bandera, ese vestido, en la primera campaña presidencial de una mujer en Estados Unidos podrían convertirla en el principal obstáculo de Hillary para ser presidenta. Una guerra de mujeres originada por el deseo de un hombre. Todo tiene cara a y cara b.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.