Inshallah

Esta mañana me han consternado las espeluznantes imágenes emitidas en televisión que mostraban los cadáveres de numerosos ciudadanos yacientes en las calles de Gaza. Según parece, estos son los daños colaterales (maldito eufemismo) de la campaña militar terrestre que desde el pasado viernes está ejecutando (perdón por el empleo de este verbo tan cruel) el Ejército israelí contra la cúpula de Hamás en esa ciudad. Y, una vez más, las principales víctimas de las confrontaciones armadas son la población civil y, especialmente, los niños.

Ante estos lamentables hechos, alzo mi voz para expresar mi más firme oposición y exigir una solución a las partes contendientes y a la comunidad internacional. Como ser humano, no dejo de pensar en el fallecimiento de esos inocentes, cuya fatalidad les ha situado en el momento y lugar inapropiados. A sus familias, les envío mi solidaridad y afecto desde el más profundo rincón de mi corazón. E imploro a Mahoma, Yahvé y Jesucristo para que en santa coalición detengan esta espiral infernal de muerte y dolor que desangra esa zona del mundo. Por ello, lanzo estas palabras al cielo con la esperanza de que sean escuchadas por la ayuda celestial devolviendo la paz a todos los habitantes de aquella bendita tierra. Ojalá, palabra cuyo origen etimológico proviene del término árabe inshallah, que significa “si Dios quiere”, que así sea.— Javier Prieto Pérez.