Turismo que no destroza el paisaje
El arquitecto argentino Marco Rampulla recibió el encargo de levantar un refugio para el descanso. Construyó tres casas en torno a una piscina para destinarlas a alquiler en Icho Cruz (en la provincia de Córdoba). Rampulla tomó nota del lugar, del lujo que ofrecían las vistas, de la comodidad de la cercanía y, en contraposición, de la necesidad de cierta intimidad. Anotó también la fuerte pendiente de la ladera donde debía construir y, finalmente, la urgencia de simplificar labores y espacios domésticos para poder descansar durante las vacaciones.
Con todos esos criterios en la cabeza, el arquitecto dibujó tres viviendas de planta rectangular, con un baño central, una cocina-comedor a un lado y un dormitorio al otro. El resto, el porche y la barbacoa para hacer asado rompe esa geometría simple con un espacio intermedio –ni dentro ni fuera- que es el lugar del verano, marca el umbral de las viviendas y se adentra en el paisaje.
Rampulla, finalmente, decidió construir las tres casas con ladrillo para que fueran como rocas en medio del paisaje. El ladrillo exterior resume así el contacto con la tierra, el pulido interior del mismo material indica la comodidad y el cuidado sutil que ideó para los habitantes. Este es un ejercicio de arquitectura que cuida a la vez a los veraneantes -procurándoles privacidad, descanso, ventilación y vistas- y al paisaje -desgajando la intervención y sumando cáscaras de piedra a la gran pendiente donde se levantan las casas-. Cuidar a las personas y a los lugares demuestra que las ventajas económicas del turismo se pueden conseguir con intervenciones más sensibles y con la rentabilidad confiada más al largo plazo que al pelotazo urbanístico. Por eso es de celebrar que un proyecto así esté seleccionado entre los ganadores de la IX Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU) que se celebrará en Rosario (Argentina) durante el mes de octubre.
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