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“Me caso para ver el Mundial”

Los aficionados chinos disparan su imaginación para faltar al trabajo y poder ver los partidos

Macarena Vidal Liy
Afionados chinos viendo el primer partido del mundial
Afionados chinos viendo el primer partido del mundial AFP

La Selección china no juega en el Mundial de Brasil. Pero eso no quita para que cientos de millones de aficionados de este país, donde el fútbol ha ido ganando adeptos de manera exponencial, sigan apasionadamente los resultados de España, Inglaterra o Brasil, por citar a algunos de los “onces” más populares. Y como, debido a la diferencia horaria, los partidos se juegan entre la medianoche y las seis de la mañana, la imaginación se ha disparado entre los trabajadores para justificar su absentismo laboral al día siguiente.

Aunque el nivel del fútbol chino aún no es exactamente muy alto -escuece aún la derrota del año pasado por 5-0 contra Tailandia que motivó el cese del español José Antonio Camacho como seleccionador nacional- el deporte rey es uno de los favoritos del público chino, junto con el baloncesto o el tenis de mesa. Según la consultora iResearch, sólo a través de los medios digitales se calcula que se conectarán cerca de 530 millones de personas para seguir los encuentros.

Las calles de Pekín están llenas estos días de publicidad relacionada con el Mundial. Incluso la red de Metro, brevemente, renombró 32 de sus estaciones con los nombres de los equipos que lo disputan para “crear atmósfera”, según sus responsables. A España le correspondía la estación de Xidan, una de las más frecuentadas de la capital, mientras que Brasil pasaba a ser el nuevo nombre de la parada de la Universidad del Pueblo, y Portugal el de la estación de Gongyixiqiao. Pero el experimento se abandonó enseguida, ya que confundía a los viajeros. Pero todo el interés que el campeonato despierta se encuentra con el inconveniente horario: la diferencia de 11 horas con Brasil hace que los partidos se jueguen entre la medianoche y las seis de la mañana en horario chino -y que presenten un serio dilema a la hora de decidir entre el “juego bonito” o las obligaciones laborales o estudiantiles. Las Universidades chinas, donde muchos jóvenes siguen con pasión durante el año las incidencias del Real Madrid, Barcelona, Manchester United o Arsenal, viven ahora su época de exámenes finales. Y las vacaciones en los centros de trabajo están, por lo general, estrictamente limitadas.

Ello ha hecho que se dispare la picaresca, y la imaginación a la hora de buscar excusas para ausentarse. Desde clásicos como el “se me ha inundado la cocina, tengo que esperar a que venga el fontanero” hasta el “me han robado toda la documentación, tengo que volver a mi pueblo natal para sacar otra vez todos los papeles... y ya me advierten de que van a ser muchos días”, como asegura haber alegado Rencan, empleada de una empresa privada en la provincia de Henan, de 25 años. A Rencan, efectivamente, le robaron la documentación hace unos días, pero ha pospuesto el viaje hasta ahora para coincidir con el Mundial. Aunque quizá la palma se la lleven Chen Yulong, de 28 años y trabajador en la Oficina de Ferrocarriles de Qingdao, y su novia Wei Qian, de 25 años. Han planeado casarse durante estos días para poder ver los partidos durante la luna de miel. En Internet también han proliferado las estratagemas, y varias empresas han hecho su agosto en los días previos antes de la inauguración mediante la venta de certificados médicos. Por precios que oscilan entre los 12 y los 300 yuanes (entre los 1,5 y los 40 euros) se puede obtener un documento con sello de un hospital público que acredite la enfermedad, más seria y merecedora de más días de ausencia cuanto más sea el dinero pagado, según periódicos locales como el “Nuevo Diario Cultural”. Entre las enfermedades más solicitadas, según este medio, se encuentran la apendicitis, el pinzamiento lumbar o las migrañas.

 

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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