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Susana Díaz decide

Más allá de la carrera por el liderazgo, la clave es que el PSOE acierte con los siguientes pasos

Tras la retirada de Susana Díaz en la carrera por el liderazgo del PSOE, lo más importante es que la segunda fuerza política de España acierte al dar bien los pasos siguientes. La determinación de la presidenta de la Junta de Andalucía es tan respetable como lo habría sido la contraria, pero lo esencial es que el PSOE no pierda de vista que se trata de un pilar del sistema democrático. Primero debe resolver el congreso de julio de forma que no se prolongue la provisionalidad, por la importancia de la estabilidad en el partido que hasta el momento encarna la alternativa de Gobierno. Después habrá de competir en las elecciones autonómicas, municipales y generales, sabiendo que es un partido constitucionalista y un instrumento político de la sociedad.

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Desde la renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba, a raíz del desastre electoral del 25-M, el PSOE ha descubierto en Susana Díaz una figura con capital político suficiente como para concederle posibilidades de futuro. En rigor, ella no se había lanzado a la carrera, sino que había experimentado múltiples requerimientos para hacerlo. El partido sabrá cómo usar ese capital de la mejor manera posible. Susana Díaz alega coherencia con el compromiso que había adoptado para permanecer en Andalucía a tiempo completo —intentar la compatibilidad de su cargo con el liderazgo estatal del PSOE era demasiado arriesgado en los tiempos que corren—. Dicho de otro modo, pretende guardar intactas sus opciones electorales en la comunidad donde mejor resiste el voto socialista.

Puede que ahí se terminen sus planes, de momento, pero la victoria en unas elecciones andaluzas podría darle una buena base para lanzarse a la política nacional. El hecho de que no sea diputada del Congreso no era una dificultad insalvable, aunque tampoco le ayudaba en la tarea de proyectarse políticamente. Las reacciones de apoyo a la presidenta de la Junta de Andalucía muestran que acierta en el plano interno, aunque solo sea por el hecho de que decidir es una cualidad del liderazgo, muy valorable en tiempos de confusión.

El proceso congresual ha de proseguir de forma transparente —con una consulta en la que podrán participar todos los militantes— y el partido resolverá sobre las primarias para el candidato a La Moncloa. Un congreso y unas primarias no son incompatibles, aunque puedan necesitar un reacomodo de calendario.

A los socialistas no les conviene ahondar en el desconcierto provocado por los resultados electorales del 25 de mayo, ni dejarse llevar por el pesimismo de verse arrastrados a una división irremediable de la izquierda en diversas opciones competidoras entre sí. Nada hay que decir sobre los medios de los que se vale cada fuerza política si la finalidad es la apropiada, y en este caso estamos hablando de un partido con opciones de Gobierno. Carece de sentido que deje de serlo a base de mirarse constantemente a sí mismo.

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