Boris Becker salva su casa de los líos en Mallorca
Valorada en 8,5 millones, la residencia iba a ser vendida en una subasta judicial por impago de facturas de medio millón de euros
El exdeportista alemán Boris Becker, que fue un mito del tenis mundial en los ochenta y los noventa del siglo pasado, ha salvado –otra vez- la propiedad de su mansión rural en Artà, en la isla de Mallorca, una finca con 2.900 metros cuadrados de construcción que intentó vender por más de 15 millones de euros. La antigua estrella, que ahora asesora en Roland Garros al estelar rival de Rafa Nadal, Novak Djokovic, pagó a última hora sus deudas de cerca de medio millón de euros con una empresa de construcción y servicios y frenó la anunciada subasta judicial del inmueble. Dos años atrás, el legendario tenista también solventó, in extremis, otra venta pública de su residencia por otra factura impagada al jardinero.
La propiedad mallorquina de Becker, que amasó 25 millones de dólares por sus victorias en las pistas y muchos más por su papel de hombre anuncio, tiene una historia polémica, liosa, casi pareja a los capítulos de la biografía privada del propietario. Becker ha sido noticia por sus choques perdidos con el fisco alemán por evasión de impuestos y por sus relaciones conflictivas con sus exparejas y madres de sus hijos.
El exdeportista tuvo que demoler en Mallorca parte de las obras que realizó sin permiso y por ampliaciones excesivas, superiores a lo estipulado en las licencias. Además afrontó dos multas por sendas infracciones urbanísticas de 240.000 euros una vez y otra con 248.000. La finca, son Coll, tiene casi 300.000 metros cuadrados de extensión y, en 1998, pagó por ella un millón de euros, por sus viejas casas payesas en la montaña.
Becker esquivó otro particular desahucio. Actuó como un mal pagador, según el empresario denunciante, y además discutió su responsabilidad en los encargos de los trabajos realizados. No abonó los servicios de jardinería, fontanería, del electricista, carpintero y al constructor de la pista polideportiva.
Para justificar el impago de las facturas, Becker dijo que la casa estaba en venta y que afrontaría la deuda al venderla. Ni la traspasó ni afrontó su deuda. El juzgado embargó la finca y decidió la subasta.
En el mercado inmobiliario de ultra lujo la gran mansión de Becker, con varias casas dispersas, piscina, pistas y jardines, fue ofertada, sin éxito, por 15 millones de euros. La última tasación judicial -tras el estallido de la burbuja- fue de 8,5 millones de euros y el precio de subasta era de 7 millones. Becker salvó, otra vez, el último punto de partido.
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